Tomás y la esfera mágica
Había una vez un chico de 15 años llamado Tomás que siempre llevaba puesto su conjunto favorito: una sudadera con capucha gris y unos pantalones de chándal del mismo color.
Tomás era un joven amigable y curioso, siempre dispuesto a vivir nuevas aventuras. Un día, mientras caminaba por el parque, Tomás sintió un hambre inmensa. Decidió buscar algo para comer y encontró un plátano maduro en el suelo.
Sin pensarlo dos veces, lo agarró y se lo comió rápidamente. Pero lo que no sabía era que aquel plátano tenía poderes mágicos. De repente, Tomás comenzó a sentir algo extraño en su cuerpo.
Su panza empezó a hincharse lentamente hasta tomar la forma de una esfera redonda como un arándano gigante. Sus mejillas también se inflaron, haciéndolo ver muy gracioso. Mientras Tomás intentaba entender qué estaba pasando, notó que no podía hablar correctamente; solo lograba emitir sonidos apagados como —"MMPPHH" .
El jugo del plátano había llenado todo su cuerpo. Tomás se asustó al principio, pero luego decidió hacerle frente a esta situación tan peculiar. Con valentía y determinación, rodó hacia casa para buscar ayuda.
Al llegar a su hogar, sus padres se sorprendieron al verlo convertido en una enorme esfera con la panza expuesta llena de jugo de plátano. Aunque estaban preocupados por él, decidieron ayudarlo en lugar de asustarse. "¡Tomás! ¿Qué te ha pasado?", exclamaron sus padres sorprendidos.
Tomás, con su voz apagada, trató de explicarles lo que había sucedido. Aunque sus padres no entendían muy bien, sabían que debían encontrar una solución.
Juntos, investigaron en libros y en internet para buscar una manera de revertir la extraña transformación de Tomás. Descubrieron que el poder mágico del plátano solo podía ser contrarrestado por otro alimento especial: las frutillas. Decidieron ir a un mercado cercano y comprar todas las frutillas que pudieran encontrar.
Luego, prepararon un batido con ellas y se lo dieron a Tomás para beber. Después de unos minutos, algo increíble ocurrió: el cuerpo de Tomás comenzó a desinflarse lentamente. Su panza volvió a tener su forma normal y sus mejillas dejaron de estar infladas.
Finalmente pudo hablar con claridad. "¡Gracias, mamá y papá! ¡Estoy tan feliz de volver a la normalidad!", exclamó Tomás emocionado. Sus padres sonrieron orgullosos al verlo recuperado.
Todos aprendieron una valiosa lección sobre los alimentos y cómo algunos pueden tener efectos inesperados en nuestro cuerpo si no los consumimos adecuadamente. Desde aquel día, Tomás se convirtió en un experto en nutrición y compartió su historia con todos sus amigos.
Les enseñó la importancia de comer una dieta equilibrada y variada para mantenerse saludables. Y así fue como el chico con sudadera gris y pantalones de chándal grises superó este inusual desafío gracias al amor y apoyo incondicional de su familia.
Juntos, descubrieron que siempre hay una solución para los problemas, incluso cuando parecen imposibles de resolver. Fin.
FIN.