Tomas y la Fiesta de la Alegría


En un pequeño pueblo llamado Villa Primavera vivía Tomas, un niño alegre y curioso que siempre estaba dispuesto a divertirse.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó hablar sobre la fiesta de primavera que se celebraría en el centro del pueblo. Todos estaban emocionados y planeaban ir juntos. Tomas también quería asistir a la fiesta, pero al llegar a casa se dio cuenta de que no tenía ropa de primavera para ponerse.

Su armario estaba lleno de ropa de invierno y no tenía nada colorido o adecuado para la ocasión. Se sintió muy triste y desanimado, pensando que no podría ir a la fiesta como había planeado.

- ¡Qué voy a hacer! No tengo nada para ponerme en la fiesta de primavera -suspiró Tomas con tristeza mientras miraba su armario vacío. Su mamá, al verlo tan desanimado, se acercó y le preguntó qué le pasaba.

Tomas le explicó su problema y su mamá, con una sonrisa en el rostro, le dijo:- No te preocupes, hijo. Siempre hay una solución para todo. Vamos juntos a buscar algo especial para que puedas lucirte en la fiesta.

Animado por las palabras de su mamá, Tomas salió corriendo hacia el centro del pueblo junto a ella. Recorrieron varias tiendas buscando la prenda perfecta hasta que finalmente encontraron un hermoso conjunto de colores brillantes y flores estampadas que gritaban "¡primavera!".

- ¡Es perfecto! -exclamó Tomas emocionado al verse frente al espejo con su nueva ropa. Llegó el día de la fiesta y todos los niños del pueblo estaban disfrutando del sol, las risas y los juegos típicos de esa época del año.

Tomas se sentía radiante con su atuendo nuevo y recibió muchos halagos por parte de sus amigos.

De repente, una ráfaga de viento hizo volar el sombrero favorito de uno de los niños hasta lo alto de un árbol muy alto e inalcanzable. - ¡Mi sombrero! ¿Cómo lo vamos a bajar? -exclamó el niño angustiado.

Tomas recordó todas las veces que había subido árboles para rescatar cometas o pelotas perdidas y sin dudarlo un segundo se ofreció voluntario para ayudar. Con habilidad y valentía logró escalar hasta lo más alto del árbol mientras todos lo observaban con admiración.

Con cuidado tomó el sombrero entre sus manos y lo arrojó hacia abajo antes de descender victorioso ante los aplausos entusiastas de sus amigos. Al finalizar la fiesta, cuando ya caía la tarde, todos regresaron a casa cansados pero felices por haber compartido momentos inolvidables juntos.

Tomas comprendió que no importa qué obstáculos se presenten en el camino; siempre habrá una solución si uno mantiene una actitud positiva y está dispuesto a ayudar a los demás.

Desde ese día en adelante, cada vez que miraba su armario lleno de recuerdos felices recordaba aquella aventura donde aprendió que con determinación y solidaridad cualquier desafío puede superarse.

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