Tomás y la lección de la obediencia



Había una vez un niño llamado Tomás, quien siempre se negaba a obedecer a sus papás. Desde pequeño, le costaba seguir las reglas y siempre buscaba hacer lo que quería, sin importarle las consecuencias.

Un día, su mamá le pidió que ordenara su habitación antes de salir a jugar con sus amigos. Tomás, en lugar de hacer caso, decidió salir corriendo y dejar todo tirado en el piso.

Su mamá, cansada de la actitud desobediente de su hijo, decidió darle una lección. "Tomás, ¿por qué no ordenaste tu habitación como te pedí?", preguntó su mamá con tono serio. "¡No quiero! Quiero irme a jugar ahora mismo", respondió Tomás cruzándose de brazos.

Su mamá suspiró y le dijo: "Muy bien, si no quieres obedecer y ayudar en casa, entonces no podrás salir a jugar". Tomás se sorprendió al escuchar eso, nunca antes había enfrentado una consecuencia tan dura por no obedecer.

Los días pasaron y Tomás seguía sin poder salir a jugar con sus amigos. Se sentía triste y arrepentido por haber desobedecido a sus padres. Finalmente, decidió hablar con ellos. "Mamá, papá... Perdón por no haberles hecho caso.

Me doy cuenta de que estuve mal al no obedecer y quiero cambiar", dijo Tomás con sinceridad. Sus padres lo abrazaron y le explicaron lo importante que era aprender a ser responsable y cumplir con las tareas en casa.

Desde ese día, Tomás comenzó a esforzarse por ser más obediente y colaborador en casa.

Poco a poco, notó cómo la relación con sus padres mejoraba y se sentía más feliz consigo mismo al saber que podía confiar en él para cumplir con lo que se le pedía. Con el tiempo, Tomás se convirtió en un niño ejemplar: ayudaba en casa sin protestar, era amable con los demás y aprendió la importancia de la obediencia y el respeto hacia los demás.

Y así fue como el niño que no quería obedecer a sus papás aprendió una valiosa lección que lo acompañaría durante toda su vida: la importancia de ser responsable y respetuoso para construir relaciones sanas y felices.

FIN.

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