Tomás y la misión estelar de Zogar
Había una vez un niño llamado Tomás, quien desde pequeño soñaba con ser astronauta y explorar el espacio.
Un día, su mamá lo llevó al museo de la NASA para que pudiera aprender más sobre el universo y los viajes espaciales. Al llegar al museo, los ojos de Tomás se iluminaron al ver las maquetas de cohetes, trajes espaciales y fotos de astronautas en el espacio.
Estaba tan emocionado que no podía parar de preguntar y leer sobre cada detalle que veía. "¡Mamá, mira este cohete! ¿Crees que algún día podré volar al espacio como ellos?", preguntó Tomás emocionado. Su mamá sonrió y le dijo: "Claro que sí, hijo.
Si trabajas duro y estudias mucho, puedes lograr cualquier sueño que te propongas". Tomás pasó horas recorriendo cada rincón del museo, imaginando las aventuras que viviría como astronauta. De repente, mientras observaba una proyección sobre la vida en la Estación Espacial Internacional, algo mágico sucedió.
Una luz brillante envolvió a Tomás y cuando parpadeó, se encontraba flotando en el espacio, rodeado de estrellas y planetas. No podía creerlo, ¡su sueño se había hecho realidad!"¡Wow! ¡Estoy en el espacio!", exclamó Tomás maravillado.
De repente, una voz resonó a su alrededor: era un simpático alienígena con grandes ojos negros y tentáculos verdes. "Hola, pequeño humano. Soy Zogar de Marte.
He escuchado tus deseos de explorar el universo y he venido para cumplir tu sueño", dijo Zogar con amabilidad. Tomás no podía creer lo que estaba pasando. Zogar lo llevó a dar un paseo por diferentes planetas, mostrándole paisajes increíbles y seres extraterrestres amigables.
"¿Qué aprendiste hoy en tu viaje por el espacio?", preguntó Zogar curioso. Tomás reflexionó un momento y respondió: "Aprendí que el universo es vasto e infinito, lleno de maravillas por descubrir. También comprendí la importancia de ser valiente para enfrentar lo desconocido".
Conforme iban regresando al museo de la NASA, Tomás sabía que nunca olvidaría esa experiencia única en su vida.
Al despertar frente a la proyección en el museo junto a su mamá, supo que aunque aún era joven para volar al espacio exterior físicamente; siempre llevaría consigo las enseñanzas y recuerdos de su increíble aventura junto a Zogar. Desde ese día, Tomás siguió estudiando ciencia e astronomia para convertirse algún día en un verdadero astronauta dispuesto a explorarlo todo.
Y quién sabe, tal vez algún día vuelva encontrar nuevamente a Zoghar para nuevas aventuras interestelares. Y así fue cómo un niño visitante del museo de la NASA vio realizado su sueño gracias a una experiencia fuera del mundo.
FIN.