Tomas y la Noche de Halloween con sus Amigos
Era una fresca noche de Halloween en el barrio de Tomas. Las hojas caídas crujían bajo los pies y las calabazas talladas sonreían espantosamente desde sus porches. Tomas, un niño de diez años, estaba emocionado porque esa noche iba a salir a hacer 'truco o trato' con sus amigos de la escuela.
Tomas se vistió con su disfraz de fantasma, que había hecho él mismo con una sábana vieja y algunos marcadores. Justo cuando estaba listo para salir, su madre le recordó:
"Tomas, recuerda no alejarte demasiado y siempre estar con tus amigos. La noche puede ser un poco spooky..."
"Sí, mamá, lo sé. No te preocupes. ¡Vamos a divertirnos!" - respondió Tomas, lleno de entusiasmo.
Tan pronto como llegó a la casa de su mejor amigo, Nicolás, quien estaba disfrazado de superhéroe, el grupo se reunió con dos amigas: Valentina, que era una brujita, y Sofía, que había decidido ser un gato.
"¿Listos para la aventura?" - preguntó Nicolás.
"¡Sí! Vamos a busca muchos dulces" - dijo Valentina, mientras dirigían sus pasos hacia la primera casa.
El grupo picó en la puerta de la primera casa y, tras un par de minutos, un hombre mayor abrió la puerta.
"¡Feliz Halloween!" - exclamó el hombre, sonriendo.
"¡Truco o trato!" - gritaron todos a coro.
El hombre sonrió y les dio un puñado de caramelos. Mientras avanzaban de casa en casa, Tomas notó que algunos chicos estaban en un rincón, cerca de un árbol, viéndose un poco tristes.
"Chicos, ¿por qué no están en la fiesta de Halloween?" - les preguntó.
Uno de ellos, llamado Lucas, respondió:
"No tenemos disfraces, así que no quisimos salir."
"Eso no está bien, Halloween es para todos!" - dijo Sofía con determinación.
"¿Por qué no vienen con nosotros? Ustedes también pueden tener dulces y divertirse!" - sugirió Tomas.
Los chicos se miraron un momento, un poco dudosos, pero luego uno de ellos, Felipe, sonrió.
"¿De verdad?" - preguntó.
"Claro, lo más importante es compartir la diversión!" - respondió Tomas.
Así fue como Lucas y Felipe se unieron al grupo, y juntos comenzaron a reir y a hacer chistes entre ellos mientras recogían caramelos. Sin embargo, la noche estaba a punto de tomar un giro inesperado cuando llegaron a una casa que nunca antes habían visto.
La casa era enorme, con un jardín espantoso lleno de telarañas y gritos de papel que colgaban de las ramas de los árboles. A pesar de que a algunos les dio un poco de miedo, Tomas tomó la iniciativa de acercarse.
"Vamos, es solo una casa. ¡No hay que tener miedo!" - exclamó mientras se empujaba a sí mismo hacia adelante.
Nicolás, un poco asustado, murmuró:
"Pero, ¿y si hay un fantasma?"
"¡Tonto! No hay fantasmas. Solo vamos a pedir dulces y nos vamos.¡Es Halloween!" - dijo Valentina, impaciente.
El grupo se acercó y golpeó la puerta con fuerza. Para su sorpresa, la puerta se abrió lentamente, y apareció una mujer con una vestimenta de bruja, con una sonrisa que iluminó toda la noche.
"¡Bienvenidos, pequeños! Han sido muy valientes al venir aquí. ¿Qué desean, dulces o un cuento de Halloween?" - dijo la mujer.
Los niños se miraron, un poco indecisos. Al final, Tomas dijo:
"¿Podemos tener ambos?" - mientras sonreía.
La mujer rió,
"Por supuesto, pero primero, el cuento. Sentados aquí, a mi alrededor..."
Todos los niños se sentaron en el suelo, mientras la mujer les contaba una historia mágica sobre un bosque encantado y un valiente ratón que luchaba contra un monstruo. Cada palabra que decía capturaba la atención de los chicos, y uno por uno comenzaron a sentir que el miedo se disipaba, llenándose de imaginación.
Después de la historia, la mujer les dio un montón de dulces y les dijo:
"Recuerden siempre, verdadero terror no es lo que puede asustarlo, sino lo que no comprenden. La magia está en compartir y ser valientes. ¡Feliz Halloween!" - se despidió mientras les guiñaba un ojo.
Saliendo de la casa, Tomas les dijo a sus amigos:
"Hoy no solo conseguimos dulces, también conocimos una historia mágica y a nuevos amigos. ¡Eso vale más!"
Todos estaban de acuerdo y, mientras caminaban hacia casa riendo y compartiendo sus dulces, Tomas se sintió muy feliz. Esa noche, no solo habían tenido un gran festejo de Halloween, sino que también aprendieron la importancia de la valentía, la amistad y compartir con los demás. Porque, al final, la verdadera magia estaba en estar juntos.
Y así, se despidieron entre risas mientras un nuevo año de Halloween comenzaba a ser planeado, convencidos de que la próxima vez, podrían llevar a más amigos y vivir más aventuras juntos.
FIN.