Tomás y la paloma amiga
Había una vez un ratón llamado Tomás, que vivía en un agujero en la pared de una casa. A diferencia de otros ratones, a Tomás le encantaba explorar y descubrir nuevos lugares.
Sin embargo, había algo que lo hacía muy diferente a los demás: tenía miedo a volar. Una tarde, mientras Tomás estaba buscando migajas por la cocina, escuchó un ruido extraño proveniente del techo.
Al mirar hacia arriba, vio a una hermosa paloma blanca posada sobre el alféizar de la ventana. "¡Hola! ¿Quién eres tú?", preguntó la paloma. "Soy Tomás", respondió el ratón tímidamente. "¿Por qué estás tan asustado?", preguntó la paloma al notar su nerviosismo.
"Es que tengo miedo a volar", confesó Tomás con tristeza. La paloma se quedó pensativa unos segundos antes de decir: "No te preocupes, yo puedo ayudarte". Tomás no podía creerlo.
¿Realmente podría superar su miedo gracias a su nueva amiga? La paloma comenzó a enseñarle todo lo que sabía sobre volar: cómo batir las alas para tomar altura, cómo planear sin esfuerzo y cómo controlar el rumbo durante el vuelo. Poco a poco, Tomás fue ganando confianza y dejando atrás sus temores.
Un día, después de varias semanas de entrenamiento intensivo con su amiga paloma, llegó el momento decisivo para Tomás: debía probar sus habilidades en solitario y enfrentarse al cielo por primera vez.
Con mucho esfuerzo, Tomás se lanzó al aire y comenzó a batir sus pequeñas alas. Al principio, fue difícil mantener el equilibrio y controlar su trayectoria, pero poco a poco fue tomando confianza y disfrutando de la sensación de libertad que le ofrecía el vuelo.
De repente, un fuerte viento lo empujó hacia una ventana abierta en el tercer piso de una casa cercana. Tomás intentó frenéticamente frenar su caída, pero no pudo evitar estrellarse contra el cristal.
"¡Ayuda! ¡Estoy atrapado!", gritó Tomás desesperado mientras trataba de liberarse del vidrio roto que lo mantenía prisionero. La paloma blanca apareció volando enseguida para ayudarlo: "Tranquilo amigo, yo te sacaré de aquí". Con mucho cuidado y paciencia, la paloma logró sacar a Tomás del peligroso lugar.
Ambos regresaron sanos y salvos al agujero en la pared donde vivía el ratón. A partir de ese día, Tomás nunca más tuvo miedo a volar gracias a su amiga paloma.
Aprendió que con esfuerzo y perseverancia podía superar cualquier obstáculo y descubrir nuevas aventuras en lugares inimaginables. Y así termina esta historia inspiradora para todos aquellos que tienen miedo a enfrentarse a nuevos retos.
Con un poco de ayuda y mucha determinación, pueden conquistar sus temores más profundos y alcanzar grandes metas en la vida.
FIN.