Tomás y la pantalla invisible



Había una vez un niño llamado Tomás, quien era invidente pero tenía una gran pasión por la computación. A pesar de su discapacidad, siempre se esforzaba por aprender y superarse cada día.

Un día, en su colegio, el profesor anunció que tendrían una clase especial de computación. Todos los alumnos estaban emocionados y ansiosos por aprender cosas nuevas. El profesor conectó un parlante para que todos pudieran escuchar las instrucciones.

El momento llegó y Tomás se acercó a la computadora con entusiasmo. Sabía que no podía ver lo que estaba en pantalla, pero estaba decidido a demostrarle al mundo lo que era capaz de hacer. - ¡Hola a todos! -saludó Tomás con alegría-.

Hoy voy a mostrarles cómo puedo usar una computadora sin necesidad de verla. Todos los niños se quedaron sorprendidos y curiosos al escucharlo. No podían imaginar cómo alguien podría usar una computadora sin verla.

Tomás comenzó a escribir en el teclado mientras explicaba cada paso:- Primero, utilizo un programa especial que convierte el texto en voz. Así puedo escuchar todo lo que aparece en pantalla -explicó Tomás mientras tecleaba rápidamente-.

Además, también puedo utilizar comandos de voz para dar órdenes a la computadora. Los ojos de los demás alumnos se abrieron como platos al ver cómo Tomás manejaba la computadora con tanta destreza y facilidad. - Wow, ¡eso es increíble! -exclamaron algunos compañeros asombrados-.

¿Cómo haces para saber qué está ocurriendo en pantalla si no puedes verlo? Tomás sonrió y respondió:- Bueno, además de escuchar el texto convertido en voz, también utilizo un programa especial que me permite —"leer"  la pantalla con mis dedos.

Se llama lector braille. Con él puedo sentir las letras y las palabras como si estuvieran escritas en relieve.

Los niños estaban maravillados por la habilidad de Tomás para adaptarse a la tecnología y superar los obstáculos que se presentaban en su camino. A partir de ese día, Tomás se convirtió en una inspiración para todos sus compañeros. Comenzaron a valorar más las habilidades individuales y aprendieron que cada persona tiene su propia manera de enfrentar los desafíos.

Tomás continuó demostrando su talento en computación durante todo el año escolar. Incluso ganó un premio por su proyecto innovador que ayudaba a personas con discapacidad visual a utilizar computadoras sin problemas.

La historia de Tomás nos enseña que no hay límites cuando se trata de perseguir nuestros sueños y superarnos a nosotros mismos. Aunque pueda parecer difícil al principio, siempre hay una forma creativa de hacer las cosas posibles.

Y así, el colegio se convirtió en un lugar donde todos aprendieron a valorar la diversidad y respetarse mutuamente, recordando siempre el increíble ejemplo del niño invidente llamado Tomás.

FIN.

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