Tomás y la pelota mágica



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Frutalandia, un niño llamado Tomás. A Tomás le encantaba vestirse con ropa de color rosa, por lo que todos en el pueblo lo llamaban "el niño fresa".

Pero a él no le importaba, porque sabía que era especial y único. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, encontró una pelota brillante y reluciente. La agarró emocionado y decidió llevársela a casa para jugar.

Pero al llegar a su casa se dio cuenta de que algo no estaba bien: la cocina estaba hecha un desastre. Los platos estaban rotos en el suelo y la comida quemada en la estufa.

Tomás se puso sus gafas rosadas y comenzó a investigar. Fue entonces cuando vio a un grupo de ratones traviesos correteando por la cocina. Decidido a solucionar el problema, Tomás tomó su pelota brillante y comenzó a rodarla hacia los ratones.

- ¡Alto ahí! -gritó Tomás con valentía-. ¡Esta es mi casa y aquí mando yo! Los ratones se detuvieron sorprendidos al ver la determinación en los ojos de Tomás. Uno de ellos, el más grande y astuto, se acercó lentamente.

- ¿Por qué nos atacas con esa pelota? -preguntó el ratón con voz temblorosa. Tomás explicó que quería vivir en paz en su casa y que los ratones debían buscar otro lugar para jugar.

Los ratones reflexionaron unos instantes y luego asintieron con tristeza. - Lo siento, no queríamos molestarte -dijo el líder de los ratones-. Prometemos encontrar otro lugar donde vivir.

Y así fue como los ratones abandonaron la cocina de Tomás, dejándola limpia y ordenada como nunca antes había estado. Desde ese día, Tomás aprendió que con valentía y determinación podía enfrentar cualquier problema que se presentara en su vida.

La historia del niño fresa que usaba una pelota para resolver problemas se convirtió en leyenda en Frutalandia. Todos admiraban la valentía de Tomás e incluso algunos niños empezaron a imitarlo vistiendo ropa rosa sin preocuparse por lo que dijeran los demás.

Y es que Tomás demostró que ser diferente es algo maravilloso; solo hace falta creer en uno mismo y tener coraje para enfrentar las adversidades. Y así, nuestro pequeño héroe siguió viviendo aventuras emocionantes junto a su fiel compañera: la pelota brillante.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!