Tomás y las fichas doradas



Érase una vez en el reino de Fantasía, un rey llamado Reinhardt. Reinhardt era un rey muy sabio y amable, pero había un problema en su reino.

Los niños del pueblo no se portaban bien y siempre causaban problemas. El rey Reinhardt quería encontrar una solución para que los niños aprendieran a comportarse de manera adecuada. Después de mucho pensar, decidió implementar el sistema de fichas y el refuerzo positivo.

Reinhardt convocó a todos los niños del reino en la plaza principal y les explicó cómo funcionaría su nuevo sistema. Cada niño recibiría una bolsita con fichas doradas cada vez que hicieran algo bueno o se comportaran correctamente.

Por cada cinco fichas acumuladas, podrían canjearlas por un regalo especial. Los niños estaban emocionados con esta idea y prometieron esforzarse al máximo para ganar muchas fichas doradas. Desde ese día, el reino de Fantasía se llenó de alegría y buenos comportamientos.

En poco tiempo, los cambios comenzaron a notarse. Los niños ayudaban a sus padres en las tareas del hogar sin quejarse, compartían sus juguetes con otros niños e incluso ayudaban a los ancianos del pueblo.

Un día, mientras caminaba por las calles del pueblo, el rey Reinhardt escuchó risas provenientes del parque. Se acercó curioso y vio a tres hermanos: Lucas, Sofía y Martín jugando juntos en armonía. - ¡Qué felicidad verlos disfrutar así! - exclamó Reinhardt.

- ¡Hola Rey Reinhardt! ¿Quieres jugar con nosotros? - preguntó Lucas. - Me encantaría, pero como rey tengo muchas responsabilidades.

Sin embargo, les daré a cada uno una ficha dorada por su buen comportamiento y juego en equipo - respondió Reinhardt mientras les entregaba las fichas. Los niños se emocionaron al recibir sus fichas doradas y prometieron seguir esforzándose para ganar más. A partir de ese día, el parque se convirtió en un lugar lleno de risas y juegos amigables.

Sin embargo, no todos los niños del reino estaban contentos con el sistema de fichas. Había un niño llamado Tomás que siempre se portaba mal y nunca recibía ninguna ficha dorada. Sentía mucha envidia hacia sus compañeros que sí recibían premios.

Tomás decidió hacer algo al respecto. Comenzó a observar cómo actuaban los demás niños para tratar de encontrar la clave para ganar las codiciadas fichas doradas.

Un día, Tomás vio a Martín ayudando a una anciana a cruzar la calle y luego lo vio compartir su merienda con Sofía. Se dio cuenta de que Martín era muy generoso y decidido a cambiar su actitud negativa, decidió seguir su ejemplo.

Desde ese día, Tomás comenzó a portarse mejor con todos los habitantes del reino. Ayudaba a sus padres en casa, compartía sus juguetes y mostraba respeto hacia los demás. Pronto empezaron a llegarle las tan anheladas fichas doradas.

El rey Reinhardt notó el cambio positivo en el comportamiento de Tomás y decidió felicitarlo públicamente frente a todo el pueblo. - ¡Querido Tomás! Estoy muy orgulloso de ti. Has demostrado que todos podemos cambiar y mejorar.

Por tu esfuerzo y buen comportamiento, te entrego una ficha dorada extra como reconocimiento especial - dijo Reinhardt mientras le entregaba la ficha a Tomás. Tomás se sintió tan feliz y emocionado que no podía dejar de sonreír.

A partir de ese día, se convirtió en un ejemplo para los demás niños del reino. El sistema de fichas doradas del rey Reinhardt había logrado su objetivo: enseñar a los niños el valor del buen comportamiento y el refuerzo positivo.

El reino de Fantasía se convirtió en un lugar lleno de alegría, amabilidad y respeto gracias al poder transformador del amor y la incentivación.

Y así, el rey Reinhardt y su sistema de fichas doradas vivieron felices para siempre, recordando siempre que cada pequeño acto positivo puede hacer una gran diferencia en el mundo.

FIN.

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