Tomas y Luciana en la Aventura de la Psicomotricidad



Era un día soleado en la escuela primaria Monteverde y todos los niños estaban emocionados por la clase de psicomotricidad. Tomas, un niño curioso y lleno de energía, no paraba de saltar en su asiento, mientras que Luciana, su amiga, lo miraba con una sonrisa.

"Tomas, ¿te acordás de lo que prometimos? Hoy vamos a ser los mejores en psicomotricidad!" - dijo Luciana mientras ajustaba sus zapatillas deportivas.

"Sí, ¡vamos a mostrarles a todos lo que sabemos hacer!" - respondió Tomas, haciendo movimientos de karate en su asiento.

Cuando llegó el momento de la clase, la profesora Paloma los recibió con los brazos abiertos. Ella siempre decía que la psicomotricidad era como un juego donde podían aprender a moverse y a expresarse.

"¡Buenos días, chicos! Hoy vamos a jugar a la ‘Búsqueda del Tesoro de Movimiento’" - anunció la profesora.

Los niños se miraron entre sí, llenos de expectativa. La profesora explicó que tendrían que completar una serie de desafíos físicos y mentales para encontrar el tesoro escondido en el patio.

Tomas y Luciana se unieron en un equipo y pronto se dieron cuenta de que los desafíos no eran fáciles. El primero consistía en saltar de un aro a otro sin tocar el suelo.

"¡Yo puedo saltar alto!" - dijo Tomas, entusiasmado.

"Pero también necesitamos que mantengas el equilibrio, no solo saltar" - recordó Luciana.

Mientras intentaban saltar, Tomas perdió el equilibrio y casi cae.

"¡Uy, casi me caigo!" - exclamó.

"No te preocupes, ¡practiquemos juntos!" - propuso Luciana. Así, se turnaron para saltar, riendo y aprendiendo de sus errores.

Avanzaron al siguiente desafío: correr en zigzag entre conos.

"¡Esto es fácil!" - grito Tomas. Empezó a correr rápido, pero se distrajo y se salió de la ruta.

"¡Tomas! Recuerda que no se trata solo de la velocidad, ¡puedes chocar con algo!" - gritó Luciana mientras ella corría concentrada.

El tiempo pasó, y aunque hubo momentos de frustración, los dos amigos no se dieron por vencidos. Por último, llegó el desafío final: una carrera de relevos que requería que cada niño completara una tarea antes de pasar la pelota al compañero.

"¡Yo empiezo!" - dijo Luciana mientras tomaba la pelota.

"¡Y yo te espero!" - respondió Tomas, listo para correr. La carrera comenzó y cada uno completó su tarea con esfuerzo y mucha risa, aunque no siempre resultó como esperaban.

Cuando finalmente cruzaron la meta, respiraron aliviados y felices.

"Lo hicimos, Luciana! ¡Nos esforzamos juntos!" - dijo Tomas con una gran sonrisa.

"¡Sí! Y lo mejor es que nos divertimos un montón a pesar de los tropiezos!" - contestó Luciana entusiasmada.

Justo en ese momento, la profesora Paloma apareció con un cofre dorado.

"Felicitaciones, chicos. ¡Aquí está el tesoro!" - dijo mientras comenzaba a abrir el cofre. Dentro había stickers, una medalla de participación y una carta que decía: "El verdadero tesoro es el esfuerzo y la amistad".

Tomas y Luciana se miraron y sonrieron, dándose cuenta de que, aunque no habían ganado la carrera, habían descubierto algo más importante: la colaboración y el valor de seguir adelante, independientemente de los tropiezos. La clase terminó con risas, abrazos y promesas de seguir practicando para ser mejores amigos y compañeros.

Desde entonces, cada vez que tenían clase de psicomotricidad, pensaban en lo que habían aprendido y sonreían, listos para enfrentar nuevos desafíos juntos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!