Tomás y su nave estelar


Tomás cada noche cerraba los ojos y se imaginaba flotando en el espacio, rodeado de planetas y galaxias.

Pero cuando despertaba por la mañana, volvía a la realidad: estaba atrapado en su habitación, sin forma de alcanzar las estrellas. Un día, mientras paseaba por el parque con su perro Rufus, Tomás vio un cartel que anunciaba una feria científica. "¡Esto es justo lo que necesito!", pensó emocionado.

Corrió a casa para pedirle permiso a su mamá de ir. "Mamá ¡mamá! ¿Puedo ir a la feria científica este fin de semana? Por favor", le suplicó Tomás. "Claro hijo, me parece genial que te intereses por la ciencia", respondió ella sonriendo.

Tomás no podía esperar al fin de semana para llegar. Finalmente llegó el sábado y fue corriendo al lugar donde se realizaba la feria. Había muchos stands con experimentos interesantes y personas muy sabias dispuestas a responder todas sus preguntas.

De repente escuchó una voz detrás suyo:"¿Te gustaría saber más sobre cómo llegar a las estrellas?"Tomás se dio vuelta y encontró a un hombre mayor vestido con una bata blanca sosteniendo un pequeño cohete en sus manos.

"¡Sí! ¡Por favor enséñame todo lo necesario!" contestó emocionado TomásEl hombre rió ante tanta emoción del niño y comenzaron juntos un recorrido lleno de información acerca del universo.

Le explicó cómo funcionan los cohetes espaciales, cómo se mueven las estrellas y qué es la gravedad. Tomás estaba fascinado, pero pronto llegó el momento de despedirse. El hombre le entregó un pequeño cohete de juguete y le dijo:"Tú también puedes llegar a las estrellas, Tomás.

Todo lo que necesitas es tener pasión por la ciencia y nunca dejar de soñar". Tomás sabía que tenía mucho trabajo por delante para lograr su objetivo, pero no podía esperar a empezar su proyecto.

Se puso manos a la obra construyendo un cohete con todo lo aprendido en la feria científica. Después de muchos días trabajando duro, finalmente llegó el gran día: ¡era hora del lanzamiento! Tomás preparó su cohete y lo colocó en una plataforma improvisada.

Con los ojos cerrados, hizo una cuenta regresiva imaginaria en su cabeza mientras sus amigos observaban expectantes. 5... 4... 3... 2... 1... El cohete despegó hacia el cielo dejando atrás un rastro de humo blanco.

Todos aplaudieron emocionados mientras Tomás miraba al cielo lleno de estrellas. "Lo logré", susurró feliz. Desde ese día, Tomás nunca dejó de soñar con visitar las estrellas. Sabía que aún había mucho camino por recorrer, pero estaba seguro que si seguía trabajando duro algún día podría hacerlo realidad.

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