Tomás y sus amigos valientes
Había una vez un señor llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo. Tomás era muy aventurero y siempre estaba buscando nuevas emociones y experiencias.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo, se encontró con una cueva misteriosa. Intrigado por lo desconocido, decidió entrar en la cueva. Pero para su sorpresa, cuando llegó al final del pasaje oscuro, se dio cuenta de que estaba atrapado.
Una enorme roca bloqueaba la salida y no había forma de escapar. Tomás se sintió desesperado y triste por estar atrapado allí sin poder regresar a su hogar. Pasaron los días y las semanas, y nadie parecía darse cuenta de su ausencia.
El señor cautivo comenzó a perder la esperanza. Un día, mientras estaba sentado en silencio en la oscuridad de la cueva, escuchó un ruido extraño proveniente de afuera.
Se acercó lentamente hacia el sonido y descubrió que era un grupo de niños jugando cerca de la entrada de la cueva. - ¡Oigan! ¡Ayuda! - gritó Tomás con todas sus fuerzas. Los niños se sobresaltaron al escuchar esa voz desde dentro de la cueva y corrieron hacia ella.
Al llegar a donde estaba el señor cautivo, quedaron asombrados al verlo allí atrapado. - ¿Quién eres? - preguntó uno de los niños. - Soy Tomás, he estado atrapado aquí durante mucho tiempo - respondió él con tristeza en su voz-.
Por favor, ayúdenme a salir. Los niños trabajaron juntos para mover la pesada roca y finalmente lograron liberar a Tomás. El señor cautivo estaba tan agradecido que no podía encontrar las palabras adecuadas para expresar su gratitud. - Muchas gracias, niños.
Ustedes me han salvado la vida - dijo emocionado. Los niños sonrieron y le dijeron que estaban felices de poder ayudarlo. Tomás les preguntó cómo habían sabido que él estaba atrapado en la cueva.
- Pasamos por aquí todos los días para jugar y hoy escuchamos tu voz - explicó uno de los niños-. Estamos contentos de haber estado en el lugar correcto en el momento adecuado.
Tomás se dio cuenta de lo importante que era tener amigos y personas dispuestas a ayudarnos cuando más lo necesitamos. A partir de ese día, decidió ser más consciente de los demás y estar siempre dispuesto a tender una mano amiga.
El señor cautivo se convirtió en un héroe local gracias al valiente acto de los niños. Juntos, organizaron actividades divertidas para todo el pueblo, como juegos al aire libre y excursiones al bosque.
Tomás aprendió que la verdadera aventura radica en compartir momentos especiales con las personas que queremos. Y así, el señor cautivo encontró no solo su libertad física sino también una nueva forma de vivir: rodeado de amor, amistad y diversión.
Desde aquel día, nunca dejó pasar la oportunidad de hacer feliz a alguien más porque entendió que eso es lo más valioso en la vida: estar allí cuando alguien te necesita. Fin
FIN.