Tomás y Vic en el monte de Córdoba



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en la bulliciosa ciudad de Córdoba, Argentina. Tomás se sentía perdido y triste, ya que había pasado por muchas dificultades en su corta vida.

Había perdido a sus padres en un accidente y desde entonces vivía con su tío, quien no le prestaba mucha atención.

Un día, mientras caminaba sin rumbo por las calles de la ciudad, Tomás decidió escapar de todo y encontrarse a sí mismo en el monte de Córdoba. Sin saber cómo llegar allí, siguió el sonido del viento hasta llegar al pie de una imponente montaña. Tomás comenzó a subir la montaña con mucho esfuerzo, pero también con determinación.

A medida que avanzaba, se dio cuenta de que no estaba solo. Un ser mágico llamado Vic apareció frente a él. Vic era un duende alto y delgado con una barba larga y puntiaguda.

"¡Hola Tomás! Soy Vic", dijo el duende con una voz suave pero llena de energía. "He estado esperando tu llegada". Tomás quedó sorprendido al ver a Vic e inmediatamente sintió una conexión especial con él.

Juntos comenzaron a explorar el monte de Córdoba mientras Vic le enseñaba sobre la importancia de vivir en el presente.

Durante sus aventuras juntos, Tomás compartió todas las experiencias dolorosas que había tenido en su vida: la pérdida de sus padres, la soledad que sentía y los momentos difíciles junto a su tío indiferente. Con cada historia contada, Vic escuchaba atentamente y le recordaba a Tomás que el pasado ya había pasado, y que lo importante era aprender de esas experiencias para crecer como persona.

A medida que subían más alto en la montaña, Tomás se dio cuenta de que su dolor no desaparecía por completo, pero aprendió a aceptarlo y convertirlo en una fuente de fortaleza.

Vic le enseñó técnicas de meditación y le mostró cómo encontrar momentos de paz interior incluso en medio del caos. Un día, mientras exploraban un hermoso arroyo en el corazón del monte, Tomás encontró un pequeño diario abandonado. Dentro del diario, había palabras inspiradoras escritas por alguien llamado Laura.

A través de las páginas llenas de sabiduría y amor propio, Tomás aprendió la importancia de valorarse a sí mismo y nunca dejar que los obstáculos definan quién es realmente.

Con el tiempo, Tomás se dio cuenta de que Vic no era solo un ser mágico sino también un amigo verdadero. Juntos construyeron recuerdos inolvidables mientras exploraban cada rincón del monte de Córdoba. Finalmente, llegó el día en que Tomás tuvo que regresar a la ciudad.

Se despidió con tristeza pero con gratitud hacia su amigo Vic. "Gracias por todo lo que has hecho por mí", dijo Tomás con lágrimas en los ojos. "Has cambiado mi vida para siempre".

Vic sonrió y respondió: "Recuerda siempre vivir en el presente, valorarte a ti mismo y enfrentar cualquier dificultad con coraje. Y recuerda también que siempre tendrás un amigo aquí".

Tomás asintió con la cabeza y se despidió de Vic, sabiendo que siempre llevaría consigo las enseñanzas y el espíritu del monte de Córdoba. De regreso en la ciudad, Tomás aplicó todo lo que había aprendido. Aunque los recuerdos dolorosos aún estaban presentes, ahora tenía las herramientas para vivir en el presente y enfrentar cualquier desafío con valentía.

Con el tiempo, Tomás creció en un niño fuerte y resiliente. Compartió sus experiencias con otros niños que también habían pasado por momentos difíciles, inspirándolos a encontrar su propia fuerza interior.

Y así, la historia de Tomás y Vic se convirtió en un legado de amor propio, amistad verdadera y la importancia de vivir plenamente cada momento.

FIN.

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