Tomi y la lección de los patos


Tomi era un niño muy especial. Tenía unos ojos grandes y brillantes, una sonrisa dulce y una risa contagiosa que hacía reír a todos los que lo rodeaban.

Pero había algo que preocupaba mucho a su mamá: Tomi no quería comer. Todos los días, cuando llegaba la hora de la comida, Tomi ponía cara de disgusto y cerraba la boca con fuerza. Su mamá intentaba darle de comer todo tipo de alimentos: frutas, verduras, carne, arroz...

pero nada parecía gustarle. Un día, mientras paseaban por el parque, Tomi y su mamá se encontraron con un grupo de patos en el lago.

Los patos nadaban felices en el agua y comían migas de pan que les lanzaban los niños del parque. "Mamá", dijo Tomi señalando a los patos. "¿Por qué ellos comen tan feliz?""Porque tienen hambre", respondió su mamá. "Los patos necesitan comer para estar fuertes y saludables".

"¿Y yo también necesito comer?" preguntó Tomi curioso. "Sí, mi amor" contestó su mamá con una sonrisa triste. "Tú también necesitas comer para crecer grande y fuerte como ellos".

Esa noche, cuando llegó la hora de cenar, Tomi miró fijamente su plato lleno de comida sin mover ni un dedo. "No quiero comer" dijo con voz triste. Entonces recordó lo que le había dicho su mamá sobre los patos en el parque y cómo necesitaban alimentarse para estar fuertes y sanos.

Y pensó en cómo él también quería ser fuerte y saludable como ellos. "Mamá, ¿puedo comer como los patos del parque?" preguntó Tomi con una sonrisa en la cara.

Su mamá no entendió muy bien lo que quería decir, pero decidió jugar un poco con su hijo para ver si así lograba que comiera algo. "¿Cómo los patos del parque? No entiendo, mi amor" dijo su mamá tratando de disimular su preocupación.

"¡Así!" dijo Tomi agarrando un pedazo de carne con las manos y llevándoselo a la boca. "Como los patos". La mamá de Tomi se sorprendió al ver que su hijo estaba comiendo sin problemas.

Y aunque no era la forma más adecuada de hacerlo, le alegraba mucho verlo comer algo después de tanto tiempo. Desde ese día, Tomi empezó a comer mejor y mejor cada vez.

Ya no tenía miedo ni asco a los alimentos nuevos, sino que los probaba con curiosidad y disfrutaba cada bocado. Y siempre recordaba cómo los patos del parque necesitaban alimentarse para estar fuertes y sanos como él también quería ser.

Y así fue como Tomi aprendió a vencer sus miedos y disfrutar de la comida gracias a unos simpáticos patitos en el lago del parque.

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