Tomi y su mundo ordenado



Había una vez en una casita muy acogedora a las afueras de la ciudad, un nene llamado Tomi.

Tomi era un niño muy alegre y juguetón, le encantaba jugar con sus juguetes pero no le gustaba nada tener que juntarlos y guardarlos después de jugar. Un día, luego de una tarde llena de risas y diversión con sus bloques de construcción y autos de carreras, llegó el momento de reagarrar todo.

Los padres de Tomi, Marta y Juan, le dijeron cariñosamente: "Tomi, es hora de guardar tus juguetes". Pero en lugar de obedecer como solía hacerlo, Tomi frunció el ceño y comenzó a llorar. "No quiero guardar los juguetes", dijo entre sollozos.

"Tomi, es importante aprender a cuidar nuestros juguetes y mantener ordenado nuestro espacio", explicó Marta con voz suave. Sin embargo, los llantos del pequeño se intensificaron y sus padres sintieron el corazón apretado al verlo tan angustiado.

Querían lo mejor para su hijo y no querían que sufriera. Pero también sabían que debían enseñarle la importancia de ser responsable. Fue entonces que Marta tuvo una idea brillante.

Se agachó frente a Tomi y le dijo: "¿Sabías que si guardamos nuestros juguetes después de jugar, podemos encontrarlos fácilmente la próxima vez? Además, así estarán protegidos y en buen estado para cuando quieras volver a jugar". Los ojos curiosos de Tomi se encontraron con los amorosos ojos de su mamá.

Poco a poco, dejó de llorar y comenzó a pensar en las palabras de Marta. Finalmente, se levantó decidido y empezó a reagarrar sus juguetes uno por uno.

"¡Mira qué rápido puedes hacerlo!", exclamó Juan con alegría al ver la determinación repentina de su hijo. "¡Sí! ¡Lo logré!" gritó Tomi emocionado al terminar. "¡Eso fue genial! Estamos orgullosos de ti", dijeron sus padres abrazándolo con cariño. Desde ese día, Tomi comprendió la importancia del orden y la responsabilidad.

Ya no lloraba al tener que reagarrar sus juguetes porque entendía el valor detrás de esa tarea. Y así, cada vez que terminaba de jugar, lo hacía felizmente sabiendo que estaba cuidando algo especial para él.

Y colorín colorado este cuento ha enseñado que ser responsable puede ser divertido si lo hacemos con amor y comprensión.

FIN.

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