Tomy el Osito Desordenado



Había una vez un osito llamado Tomy que vivía en un lindo bosque lleno de coloridas flores y altos árboles. Tomy era muy juguetón y le encantaba explorar. Pero había un pequeño problema: ¡Tomy era muy desordenado! Su cueva estaba llena de juguetes esparcidos por todas partes.

Un día, mientras Tomy jugaba con su caracolito de juguete, de repente escuchó un ruido.

"¡Ay, ay, ay!" exclamó Tomy, porque se había tropezado con su tambor, que estaba rodando por el suelo.

"¿Por qué siempre tengo que tropezar con mis juguetes?" se quejó, frotándose la patita.

Desde un rincón de la cueva, su amiga la tortuga Tula se asomó.

"Tomy, tal vez si ordenaras tus juguetes no te tropezarías tanto." dijo Tula con una sonrisa.

Tomy frunció el ceño.

"Pero ordenar es muy aburrido, Tula. ¡Es más divertido jugar!"

Tula entendió que a Tomy le gustaba jugar, así que hizo una propuesta.

"¿Qué te parece si hacemos una carrera? Por cada juguete que ordenes, te doy un aplauso. ¡Así será un juego!"

Tomy se emocionó con la idea.

"¡Eso suena divertido!" gritó.

Y así comenzó la carrera. Tomy recogió su pelota y la llevó a la caja.

"¡Una!" aplaudió Tula.

Tomy corrió de vuelta, recogió su rompecabezas.

"¡Dos!" aplaudió Tula nuevamente.

Todo iba bien hasta que Tomy empezó a jugar de nuevo con los juguetes que había guardado.

"¡Espera, Tomy! ¿No habíamos dicho que ordenar era parte del juego?" le recordó Tula.

Tomy se detuvo un momento y pensó, sus ojitos grandes miraban a la tortuga.

"Pero… los juguetes se ven tan divertidos ahora que están en la caja, ¿no?"

Tula sonrió.

"Sí, pero si los dejas fuera, nunca van a volver a la caja. ¡Esa no es la idea!"

Tomy decidió que era mejor continuar y terminó guardando más juguetes en su lugar. ¡En total había ordenado diez juguetes!"¡Lo logré! Ahora hay más espacio y todo se ve fabuloso!" exclamó.

De repente, escucharon un rugido en la distancia.

"¿Qué fue eso?" preguntó Tomy asustado.

"Tal vez es el león, deberíamos escondernos", sugirió Tula.

Tomy y Tula se metieron en la cueva y se cubrieron con una manta. Después de unos minutos, el sonido se acercó.

"¿Tomy?" llamó una voz conocida. Era su amigo el zorro Rocco.

"¿Dónde están? ¡No tengan miedo!"

Tomy salió de la manta.

"Estábamos asustados, Rocco. Escuchamos un rugido."

"¡Eso fue mi estómago! Tenía hambre." dijo Rocco riendo.

Tomy y Tula también riendo, invitaron a Rocco a jugar. Pero antes, Tomy se dio cuenta de que todavía había juguetes por recoger.

"¡No puedo invitarte así, mi cueva está desordenada!" dijo Tomy decidido.

Rocco los ayudó a ordenar todos los juguetes y, juntos, lo hicieron muy rápido.

"¡Mirá, ahora está todo limpio!" dijo Rocco.

Desde ese día, Tomy aprendió a organizar sus juguetes después de jugar. Ahora sabía que era más divertido jugar en un lugar limpio y ordenado. Y siempre que quería, podía volver a sacarlos sin tropezar.

"¡Gracias, Tula y Rocco! Ustedes me ayudaron a aprender algo importante: ¡el orden hace que el juego sea más divertido!"

Así, Tomy y sus amigos siguieron jugando felices en su nueva y ordenada cueva. Y el osito desordenado se convirtió en un experto en mantener su hogar ordenado. Y nunca más se tropezó con sus juguetes.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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