Torque y el Gran Cambio
Era una mañana soleada en la ciudad de Buenos Aires. Alex Morales, conocido como Torque por su increíble habilidad para arreglar cualquier cosa que funcionara con motor, se encontraba en su taller lleno de herramientas y piezas de repuestos.
"¿Qué tal, Torque?", le dijo su amigo Lucas, mientras entraba al taller con una sonrisa.
"¡Hola, Lucas!", respondió Torque, levantando la mirada de un viejo motor. "¿Qué traes hoy?".
"Traigo un desafío para vos, mirá", dijo Lucas, mostrando una bicicleta de carreras muy antigua. "Es de mi abuelo y no la puede andar, pero él dice que podrías devolverle la vida".
Torque miró la bicicleta con curiosidad.
"Puede que sí, puede que no. Pero me encanta el reto. Vamos a ver qué tiene esta belleza".
Mientras Torque trabajaba, su mente volaba. Le recordaba los buenos momentos con su padre en el taller de la esquina, donde aprendió todo lo que sabía sobre motores. Pero también pensaba en sus sueños. Siempre había querido participar en una carrera de bicicletas, pero nunca había tenido la oportunidad.
Después de dos días de trabajo duro, Torque finalmente terminó de reparar la bicicleta.
"¡Listo!", exclamó Torque. "Tu bicicleta está como nueva. ¡Pruébala!".
"¡Eres un genio, Torque!", gritó Lucas emocionado, mientras se subía y comenzaba a pedalear con entusiasmo.
"Es muy rápida, ¡gracias! ¿Te gustaría participar en la carrera del barrio el próximo fin de semana?".
Torque dudó un instante.
"Yo no sé andar en bicicleta como vos, Lucas. Solo puedo arreglarlas, no correr en ellas".
"¡Pero podrías intentarlo! Ya has hecho un gran trabajo. Nunca se sabe hasta que lo intentas".
Las palabras de Lucas resonaron en su cabeza. Al día siguiente, se inscribieron en la carrera juntos. Todos los habitantes del barrio estaban emocionados, y Torque se sentía nervioso.
El gran día llegó. El aire estaba cargado de energía y los competidores se preparaban en la línea de salida.
"Recuerda, Torque, lo más importante es disfrutar el momento", le dijo Lucas.
"Tenés razón. ¡Vamos a dar lo mejor de nosotros!" dijo Torque, ajustándose el casco.
La carrera comenzó y Torque pedaleaba con todas sus fuerzas, disfrutando del viento en su cara. Al principio, estaba lejos del primer puesto, pero conforme pasaba el tiempo, fue sintiendo la adrenalina.
"Mirá, Torque, ¡estamos alcanzando a los demás!", le gritó Lucas.
Sin embargo, en el último tramo, Torque vio a un rival que se había caído.
"¡Oh no!", exclamó Torque.
"¿Qué hacés, Torque? ¡Seguí!", le gritó Lucas.
"No puedo dejarlo así". Torque se detuvo.
Ayudó al competidor, asegurándose de que estuviera bien. Luego se acercó a Lucas.
"Perdí mucho tiempo...".
"Lo hiciste porque es lo correcto, eso vale más que ganar".
Ambos decidieron seguir pedaleando y, aunque no llegaron primeros, cruzaron la meta juntos con una gran sonrisa en el rostro.
"¡Lo hicimos!"
"¡Sí! Y aprendí que ayudar a otros es tan importante como ganar".
Desde ese día, Torque no solo se convirtió en el mejor mecánico del barrio, sino que también participó en muchas más carreras, siempre llevando el mantra de que el valor de una persona se mide no solo por sus logros, sino también por su bondad y disposición a ayudar a los demás.
Y así, Torque aprendió que la vida, como una carrera, tiene sus desafíos; pero con perseverancia y un buen corazón, siempre se puede encontrar el rumbo correcto.
FIN.