Tortuga Velocísima y su Gran Sueño



Era una mañana soleada en el bosque. Tortuga Velocísima, la tortuga más rápida de todas, se despertó con un gran deseo en su corazón: quería correr. Desde que era pequeña, había escuchado historias sobre la Carrera del Bosque, un evento anual donde varios animales competían para ver quién era el más rápido. Este año, Tortuga decidió que sería su primera vez participando.

"- ¡Hoy voy a inscribirme en la carrera!", exclamó Tortuga Velocísima mientras se estiraba.

Sus amigos, Conejo, Ardilla y Pájaro, la estaban observando.

"- Pero, Tortuga, ¡tú no puedes correr como nosotros!", dijo Conejo, moviendo sus orejas de un lado a otro.

"- Sí, Tortuga, no te sientas mal si no llegas a la meta", agregó Ardilla, mientras se metía un puñado de nueces en la boca.

"- No me importa si soy la más lenta", respondió Tortuga, sonriendo. "- Quiero intentarlo de todos modos. Será una experiencia divertida".

Y así, Tortuga Velocísima se inscribió para la carrera. En los días siguientes, comenzó a entrenar. Se despertaba temprano cada mañana y trotaba por el bosque, superando obstáculos como troncos y pequeños ríos. Cada día se sentía más emocionada y fuerte.

El día de la carrera llegó. Todos los animales del bosque estaban allí, comentando y disfrutando del aire fresco.

"- Bienvenidos a la Carrera del Bosque!", anunció el Maestro Búho, el juez de la carrera. "- ¡Que comience la competencia!"

Los participantes estaban alineados: Conejo, que siempre había ganado, Ardilla, Pájaro y otros animales veloces. Tortuga se sentó al final de la fila, un poco nerviosa.

"- ¡No te preocupes!", le dijo Pájaro. "- Lo importante es disfrutar".

"- Tienes razón, Pájaro. Voy a dar lo mejor de mí", respondió Tortuga con una sonrisa.

El silbido sonó, y todos los animales salieron disparados. Tortuga comenzó a correr a su propio ritmo. Se sentía feliz. Mientras los demás estaban muy concentrados en su velocidad, Tortuga miraba a su alrededor, disfrutando del paisaje.

Poco a poco, uno a uno, los demás animales comenzaron a cansarse. Conejo se detuvo a descansar, Ardilla se distrajo persiguiendo una mariposa y Pájaro tuvo que hacer una parada para tomar agua.

"- ¡Vamos, Tortuga! ¡No te detengas!", gritó el Maestro Búho.

Tortuga, al ver que los otros estaban ocupados, decidió apresurarse un poco. Aunque no era tan rápida como Conejo, su persistencia la llevó más lejos de lo que había imaginado. Así, cada paso la acercaba más a la meta.

Mientras tanto, Conejo se dio cuenta de que Tortuga estaba avanzando. "- ¡No puede ser!", exclamó, asustado. Comenzó a correr, frustrado porque había perdido tiempo descansando. Sin embargo, las fuerzas ya no eran las mismas y no logró alcanzar a Tortuga.

Finalmente, Tortuga Velocísima cruzó la línea de meta. Todos los animales estallaron en aplausos.

"- ¡Lo lograste, Tortuga!", gritó Ardilla.

"- ¡Eres una campeona!", agregó Pájaro.

"- ¡Felicidades, Tortuga!", dijo el Maestro Búho mientras se acercaba a ella. "- No ganaste la carrera, ¡pero has ganado el corazón de todos! La verdadera victoria es haber tenido el coraje de participar".

Tortuga sonrió, se sintió feliz. Aunque no llegó primera, aprendió que la perseverancia y el deseo de hacer algo bonito, como correr, era exáctamente lo que importaba. Todos celebraron con un festín en el claro del bosque, disfrutando de frutas frescas y jugando.

Desde ese día, Tortuga Velocísima nunca dejó de seguir sus sueños, y siempre recordaba que la verdadera felicidad estaba en el camino que había decidido correr. Y así, todos aprendieron que no importa cuán lentos seamos, lo importante es nunca rendirse y disfrutar nuestro propio ritmo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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