Trata a los demás como te gustaría ser tratado



Había una vez un grupo de amigos en la escuela que se llevaban muy bien, pero a veces se trataban de forma agresiva llamándose apodos y haciéndose bromas pesadas.

Un día, mientras jugaban al fútbol durante el recreo, uno de los chicos cayó al suelo y se lastimó el brazo. Los demás corrieron a ayudarlo y se dieron cuenta de que habían sido demasiado bruscos con él. "Lo siento mucho, amigo", dijo uno de ellos.

"No debimos tratarte así", agregó otro. El chico lastimado sonrió débilmente y les perdonó. Pero todos sabían que algo tenía que cambiar para que no volviera a pasar algo así.

Entonces, decidieron tener una reunión para hablar sobre cómo podían mejorar su relación entre ellos. Cada uno expresó sus sentimientos y las cosas que les molestaban del trato agresivo que tenían. "Yo no me siento cómodo cuando me llaman por un apodo feo", dijo uno.

"A mí tampoco me gusta cuando hacen bromas pesadas sobre mi ropa o mi pelo", agregó otro. Luego de discutirlo juntos, llegaron a la conclusión de que debían respetarse mutuamente y ser más amables entre sí.

Así podrían seguir siendo amigos sin lastimarse ni herirse emocionalmente. Desde entonces, comenzaron a tratarse mejor. Se decían cumplidos en lugar de insultos y halagaban las cualidades positivas del otro en lugar de burlarse por lo negativo.

Y aunque seguían haciendo bromas, estas eran más inocentes e incluso hacían reír a todos sin lastimar a nadie. El chico que se había lastimado el brazo se recuperó pronto y volvió a jugar con sus amigos.

Ahora, todos eran más felices y respetuosos entre sí, lo que hacía que su amistad fuera más fuerte cada día. La moraleja de esta historia es que siempre debemos tratar a los demás como nos gustaría ser tratados nosotros mismos.

Si somos amables y respetuosos, nuestra vida será mucho mejor y nuestras relaciones serán más duraderas.

FIN.

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