Travesuras con recompensa



Había una vez tres hermanitas muy traviesas y juguetonas: Danna, Naiara y Julianna. Ellas siempre estaban llenas de energía y les encantaba explorar cosas nuevas.

Un día, Mamá Chela, Tito Kiara y mami les prometieron llevarlas a un parque de diversiones si se portaban bien durante toda la semana. Las niñas estaban tan emocionadas que se esforzaron al máximo para comportarse como unas señoritas ejemplares.

Cumplieron con sus deberes escolares, ayudaron en casa y fueron muy amables entre ellas. Finalmente, llegó el día esperado y las tres hermanitas subieron al auto con una sonrisa que no podían ocultar.

Al llegar al parque de diversiones, los ojos de Danna, Naiara y Julianna brillaban de emoción al ver todas las atracciones coloridas y divertidas que tenían por delante. Corrieron hacia las sillas que ruedan primero; era como volar sobre el suelo mientras giraban a toda velocidad entre risas y gritos de alegría.

- ¡Qué divertido es esto! -exclamó Danna mientras daba vueltas sin parar. - ¡Sí! ¡Es genial! -respondió Naiara riendo a carcajadas. - ¡Vamos otra vez! -sugirió Julianna emocionada.

Después de disfrutar un rato en las sillas que ruedan, Mamá Chela propuso ir a la montaña rusa. Las niñas se miraron entre sí con nerviosismo pero aceptaron el desafío valientemente. Subieron a la montaña rusa con entusiasmo mientras sus corazones latían fuerte por la emoción.

Cuando el carrito empezó a avanzar lentamente por la vía ascendente, las hermanitas sintieron mariposas en el estómago. Mientras subían cada vez más alto, podían ver todo el parque desde arriba; era una vista impresionante pero un poco atemorizante también. - ¡Esto es increíble! -gritó Danna emocionada.

- ¡Sí! ¡No puedo creer lo alto que estamos! -exclamó Naiara asombrada. - ¡Vamos a bajar muy rápido ahora! -dijo Julianna agarrándose fuerte a los barrotes del carrito.

Y así fue como comenzó la vertiginosa bajada llena de curvas cerradas y loopings emocionantes. Las tres hermanitas gritaban eufóricas mientras sentían cómo el viento les acariciaba el rostro.

Al finalizar la montaña rusa, bajaron del carrito con una gran sonrisa en el rostro y los ojos brillando de felicidad por haber vivido esa experiencia única juntas. Mamá Chela, Tito Kiara y mami observaban orgullosos a las tres hermanitas mientras reían juntos recordando lo valientes que habían sido en todas las atracciones del parque de diversiones.

Esa tarde quedó marcada en sus corazones como un día inolvidable lleno de diversión, risas y aventuras compartidas en familia.

Y así termina esta historia donde Danna, Naiara y Julianna aprendieron que cuando se portan bien pueden disfrutar momentos especiales junto a quienes más quieren. Porque ser buenos no solo trae recompensas materiales sino también experiencias inolvidables que fortalecen los lazos familiares para siempre.

FIN.

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