Travesuras en el Zoológico



Cierto día, Emiliano, un niño pequeño que vivía junto a su hermana mayor Rita y sus papás Carolina y Daniel, estaba disfrutando de un delicioso almuerzo en la mesa del comedor. Emiliano miraba por la ventana, soñando con aventurarse entre animales y naturaleza.

- ¿Papás, podemos ir al zoológico? -preguntó Emiliano con ojos brillantes-. Quiero ver a todos los animales.

- ¡Claro! -respondió su mamá Carolina-. ¿Qué opinas, Rita?

- Me parece genial, Emiliano. ¡Tengo ganas de ver a los leones! -dijo Rita emocionada.

- ¡Y yo quiero ver a los pingüinos! -gritó Emiliano.

Después de un rápido almuerzo, los cuatro se subieron al auto y partieron hacia el zoológico. Mientras manejaban, Emiliano y Rita miraban el paisaje con curiosidad, señalando árboles y pájaros por la ventana.

Al llegar, el zoológico estaba lleno de niños que reían y corrían. Emiliano no podía esperar más. - ¡Mirá, ahí están los monos! -exclamó, señalando a un grupo de simpáticos primates que jugaban entre las ramas.

- ¡Qué divertidos! -rió Rita mientras uno de los monos les hace una mueca.

Mientras recorrían el zoológico, Emiliano y Rita se maravillaban con cada animal que encontraban. Vieron elefantes grandes, jirafas altas, y hasta un tigre que dormitaba al sol. Pero todo se tornó aún más emocionante cuando escucharon un rugido fuerte.

- ¿Qué fue eso? -preguntó Emiliano, un poco asustado.

- Creo que es el león -contestó su papá, Daniel-. Vamos a verlo.

Cuando llegaron frente a la jaula del león, Emiliano se maravilló. - ¡Es gigante! -dijo con la boca abierta. Pero de repente, el león se puso de pie y comenzó a caminar hacia ellos.

- Esperen un momento -dijo Rita, buscando la señal de advertencia-. Mmm, dice que no debemos acercarnos a la jaula. ¡Mantengámonos a distancia!

De repente, Emiliano notó que algo se movía detrás del león. - ¡Mirá! -gritó, señalando a un pequeño grupo de cachorros que jugueteaban dentro de la jaula. - ¡Son adorables!

- ¡Son tan tiernos! -dijo Rita sonriendo.

Luego de un rato, se dirigieron a la zona de los reptiles. Allí tenían un espectáculo en vivo donde un cuidador mostraba a una serpiente. Emiliano observó con sorpresa mientras el cuidador hablaba sobre la serpiente y su hábitat.

- ¡La serpiente se llama Mamba! -dijo el cuidador-. Es importante no tocarla, pero podemos aprender mucho de ella.

Emiliano levantó la mano. - ¿Por qué no podemos tocarla?

- Porque las serpientes son animales silvestres y es mejor dejarlas en su espacio. Así están cómodas y felices -respondió el cuidador.

- ¡Lo entendí! -dijo Emiliano, tomando nota con su cabeza.

Después de esto, decidieron parar a comer un bocadillo en el parque del zoológico.

- ¿Qué les parece si hacemos una competencia de quién ve más pájaros? -sugirió Carolina.

- ¡Sí! -gritaron los niños al unísono, mientras corrían para comenzar a buscar.

Mientras buscaban, Rita tuvo una idea divertida. - Emiliano, ¿y si hacemos que somos exploradores? Buscamos un tesoro en lugar de pájaros.

- ¡Sí, un tesoro de animales! -dijo Emiliano emocionado. Comenzaron a imaginar que eran dos intrépidos exploradores, descubriendo criaturas fantásticas en su expedición por el zoológico.

Después de la búsqueda, decidieron visitar la casa de los pingüinos. Emiliano esperó ansioso y cuando finalmente pudo ver a los pingüinos, gritó: - ¡Son igualitos a los de la tele!

Los niños se acercaron y comenzaron a imitar a los pingüinos al caminar.

- ¡Mirá, Emiliano, parecen bailar! -dijo Rita riendo a carcajadas.

Toda la familia se unió a la risa, disfrutando del momento. La visita al zoológico había sido una aventura inolvidable y juntos aprendieron sobre la importancia de cuidar a los animales y su hábitat.

Finalmente, cuando ya era hora de irse, Emiliano se despidió de los animales, prometiendo volver pronto.

- ¿Vamos a ser exploradores de zoológicos otra vez, papás? -preguntó Emiliano con una gran sonrisa.

- Claro, siempre que aprendamos sobre ellos, podemos venir. -respondió Carolina.

Ellos se fueron a casa con el corazón lleno de alegría y con nuevas historias que contar, soñando con su próxima aventura en el zoológico.

FIN.

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