Travesuras pacíficas


Era un día soleado y perfecto para una salida escolar. Los niños estaban emocionados por pasar el día en la naturaleza, pero su entusiasmo se desvaneció cuando conocieron al profesor encargado del viaje.

El profesor era muy malo, despotico e irónico. Maltrataba a los niños con sus comentarios hirientes y siempre buscaba la manera de humillarlos frente a sus compañeros.

Dos chicos llamados Martín y Juan, junto con una chica llamada Sofía, decidieron que ya habían tenido suficiente. "Este tipo es un monstruo", dijo Martín. "Sí, no podemos soportarlo más", agregó Juan. "¿Qué podemos hacer?", preguntó Sofía. Los tres amigos empezaron a idear un plan para escaparse del grupo sin ser descubiertos por el profesor.

Finalmente, encontraron la oportunidad perfecta durante una caminata por el bosque. Cuando el profesor estaba ocupado intentando explicar algo sobre las plantas, los chicos se escaparon corriendo hacia un claro cercano.

A partir de ese momento comenzaron a disfrutar del día sin tener que soportar los insultos y burlas del maestro. Pero cuando regresaron al autobús para volver a casa, se encontraron con una sorpresa desagradable: El profesor había encontrado su ausencia y estaba furioso.

"¡No puedo creer lo irresponsables que son!", exclamó el maestro visiblemente molesto. Pero esta vez los chicos no iban a dejar que él se saliera con la suya.

Decidieron hacerle pagar por todo lo que les había hecho pasar durante el día. Así que, cuando el profesor se quedó dormido en el autobús, los chicos comenzaron a hacerle travesuras. Le pusieron un bigote de papel higiénico en la cara y le dibujaron gafas con marcador.

También le pusieron una peluca rubia que habían encontrado en una mochila. Cuando despertó, todos los niños estaban riendo a carcajadas al verlo. "¿Qué está pasando aquí?", preguntó el profesor confundido y humillado.

"Solo estamos haciendo lo mismo que tú has hecho todo el día", respondió Martín con una sonrisa malvada. El maestro se sintió tan avergonzado que no supo qué decir. Los chicos habían logrado vengarse de él sin tener que recurrir a la violencia o al maltrato físico.

Habían demostrado que no necesitaban su aprobación para ser felices y disfrutar del día. Cuando llegaron al colegio, los padres de los niños se dieron cuenta del cambio en ellos.

Estaban más seguros de sí mismos y hablaban con más confianza. Les preguntaron cómo había sido la salida escolar y ellos contaron todo lo sucedido sin omitir detalles sobre las travesuras del profesor.

A partir de ese momento, el colegio tomó medidas para evitar que un maestro como él volviera a maltratar a sus alumnos. Los chicos habían aprendido una valiosa lección: que siempre hay formas pacíficas de resolver conflictos y hacer justicia sin caer en la violencia o la humillación pública.

Dirección del Cuentito copiada!