Trazos de amistad


Había una vez en el colegio de perros, un perrito llamado Lucky. A pesar de tener un nombre tan bonito, Lucky no era muy amigable con sus compañeros.

Siempre que podía les pegaba y mordía, causando travesuras y problemas en la escuela. Un día, la maestra perruna, la Señora Caniche, se cansó de las travesuras de Lucky y decidió hablar seriamente con él.

"Lucky, entiendo que a veces te sientas frustrado o molesto, pero no está bien lastimar a tus amigos. Todos merecen respeto y cariño aquí en nuestra escuela", le dijo con voz firme la Señora Caniche. Lucky se sintió un poco avergonzado por su comportamiento y prometió intentar cambiar.

Sin embargo, al día siguiente volvió a morder a uno de sus compañeros cuando no le dieron el juguete que quería. Además, hizo una terrible pataleta tirándose al suelo y llorando fuertemente.

Los demás perritos estaban cansados del mal comportamiento de Lucky y decidieron hacer algo al respecto. Se juntaron en secreto para idear un plan que pudiera ayudar a su amigo a mejorar su actitud. "Lucky, ven por favor", lo llamaron al patio donde todos estaban reunidos.

El perrito se acercó sin entender qué estaba pasando. "Hemos notado que últimamente te cuesta controlarte cuando las cosas no salen como quieres", comenzó uno de los compañeros de clase.

"Por eso hemos pensado en ayudarte a encontrar maneras más positivas de expresar tus emociones". Entre todos los perritos le enseñaron a Lucky técnicas para calmarse cuando se sentía frustrado o molesto: respirar profundo, contar hasta diez e incluso dar vueltas alrededor del patio para liberar energía.

Lucky aprendió poco a poco a controlar sus impulsos y a tratar mejor a sus compañeros. Descubrió que podía divertirse sin necesidad de lastimar ni pelear con nadie. Con el tiempo, Lucky se convirtió en uno de los mejores amigos del colegio de perros.

Ya no hacía pataletas ni mordía a nadie; ahora compartía juegos y risas con todos los demás cachorros.

La Señora Caniche estaba muy orgullosa del progreso de Lucky y lo felicitó frente a toda la escuela:"¡Bravo Lucky! Has demostrado que siempre es posible cambiar y mejorar si nos esforzamos por ser mejores cada día".

Desde entonces, Lucky fue conocido como el perrito más simpático y divertido del colegio de perros; un ejemplo claro de cómo con paciencia y apoyo podemos superar nuestras dificultades y convertirnos en mejores personas... ¡o mejor dicho! , ¡mejores perritos!

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