Trenes peligrosos



Carlitos y Salvador eran grandes amigos. Les encantaba pasar tiempo juntos, jugando en el parque o viendo películas de ciencia ficción. Pero lo que más les gustaba hacer era viajar en tren.

Cada fin de semana, Carlitos llevaba a Salvador a la estación de trenes y juntos subían al vagón. Durante el trayecto, observaban por la ventana los paisajes que iban dejando atrás: las montañas nevadas, los campos verdes con vacas pastando y los ríos cristalinos.

Un día, mientras viajaban en el tren, Salvador le preguntó a su papá:- Papá, ¿por qué nos gusta tanto viajar en tren? - Porque es una forma maravillosa de conocer nuevos lugares -respondió Carlitos-.

Además, podemos disfrutar del paisaje sin preocuparnos por manejar o estar atentos al tráfico. Salvador asintió con la cabeza y siguió mirando por la ventana.

De repente, vio algo extraño en el camino: un grupo de animales se había escapado de una granja cercana y estaba corriendo hacia las vías del tren. - ¡Papá! -exclamó Salvador-. ¡Hay animales en el camino! Carlitos frenó bruscamente el tren para evitar chocar con ellos. Los pasajeros se alarmaron y algunos comenzaron a quejarse.

Pero cuando vieron lo que había pasado, comprendieron la situación. - Gracias hijo -dijo Carlitos-. Si no hubieras estado atento, podríamos haber tenido un accidente muy grave.

A partir de ese momento, Salvador comenzó a prestar más atención durante los viajes en tren. Se dio cuenta de que, además de ser divertido, también era importante estar alerta para evitar situaciones peligrosas. Pero la aventura no había terminado aún.

Unos minutos más tarde, el tren se detuvo en una estación desconocida y un hombre misterioso subió al vagón. Tenía un aspecto extraño y parecía estar buscando algo. - Hola amigos -dijo el hombre-. ¿Podrían ayudarme a encontrar mi maleta? La dejé olvidada en algún lugar del tren.

Carlitos y Salvador se ofrecieron a ayudar al hombre. Buscaron por todos los rincones del vagón y finalmente encontraron la maleta debajo de un asiento. - Muchas gracias -dijo el hombre-. Son muy amables.

Pero cuando el tren llegó a su destino final, los pasajeros descubrieron que habían sido víctimas de un robo masivo. El misterioso hombre había aprovechado la distracción causada por la búsqueda de su maleta para saquear las pertenencias de todos los pasajeros.

Carlitos y Salvador quedaron conmocionados. Habían aprendido una valiosa lección: nunca confiar en extraños y siempre estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor.

Desde ese día, Carlitos y Salvador continuaron viajando en tren, disfrutando del paisaje pero también manteniendo sus ojos abiertos ante cualquier situación sospechosa o peligrosa. Y así vivieron muchas otras aventuras juntos, siempre aprendiendo nuevas cosas sobre el mundo que les rodeaba.

FIN.

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