TRES AMIGOS Y LA AVENTURA DEL PLANETA



Un día soleado en el barrio, tres amigos: Juan, Sofía y Tomi, decidieron salir a explorar el parque cerca de su casa. Equipados con mochilas llenas de galletitas, agua y curiosidad, estaban listos para una gran aventura.

"¿Viste cómo brilla el río hoy?", preguntó Juan.

"Sí, pero mira toda esa basura en la orilla", respondió Sofía con una expresión de desánimo.

"¡Eso no puede ser! Hay que hacer algo", exclamó Tomi, moviendo sus manos como si estuviera explicando un plan genial.

Mientras caminaban, los amigos comenzaron a notar más cosas que les preocupaban: árboles con las hojas marchitas, pájaros que no cantaban como solían y un aire que no olía tan fresco. Sofía frunció el ceño.

"Esto no está bien. Nuestro parque solía ser hermoso, lleno de vida", dijo.

"Tal vez podríamos organizar una limpieza", sugirió Juan.

"¿Y qué más? Necesitamos hacer que la gente se sienta responsable por cuidar el medio ambiente", añadió Tomi.

Los amigos decidieron que tenían que hacer algo más que sólo hablar. Así que, en su aventura, idearon un plan para concientizar a su comunidad, convertidos en verdaderos héroes del medio ambiente. Quedaron en regresar al parque al día siguiente con un gran cartel que decía: "¡Cuidemos Nuestro Planeta! ¡Cada acción cuenta!".

A la mañana siguiente, llenos de entusiasmo, pintaron el cartel con colores brillantes. Sin embargo, al llegar al parque, se encontraron con un grupo de chicos mayores viendo el río repleto de desechos y riéndose.

"¿Qué hacen?", preguntó Sofía.

"Solo nos estamos divirtiendo. No es nuestro problema", respondió uno de ellos, encogiendo los hombros.

"Pero el planeta sí es nuestro problema. ¡Es nuestro hogar!", insistió Tomi, sin rendirse.

Decididos a cambiar esa actitud, los amigos acercaron su cartel y empezaron a recoger la basura, invitando a otros a unirse.

"¡Vení! Cuantas más manos, más rápido lo terminamos y podemos jugar!", gritó Juan con entusiasmo.

Poco a poco, varios chicos se unieron a ellos, comenzando a ver cómo sus acciones tenían un impacto positivo. Entre risas y juegos, comenzaron a recolectar botellas, papeles y bolsas de plástico.

"Miren cómo se va llenando nuestra bolsa", dijo Sofía, mientras señalaba la gran bolsa que se llenaba rápidamente.

"¡Es como un juego! Pero estamos ayudando a la tierra", exclamó Tomi, sorprendido por lo fácil y divertido que resultaba.

Al finalizar, el parque no solo se veía más limpio, sino que también muchos chicos cambiaron su perspectiva sobre cuidar el medio ambiente.

"Gracias a ustedes, ahora entiendo que incluso algo pequeño puede hacer una gran diferencia", dijo uno de los chicos mayores, sonriendo.

Ya cansados pero felices, los tres amigos se sentaron en un tronco y miraron el río brillando bajo el sol, que parecía más contento sin la basura.

"Hoy fue más que una limpieza. Creo que hemos plantado una semilla de conciencia en nuestra comunidad", dijo Sofía.

"Y vamos a seguir trabajando por nuestro parque", añadió Juan, decidido.

"¡Sí! ¡La próxima vez hagamos carteles sobre reciclaje!", sugirió Tomi, ahora con un brillo en los ojos.

Sara, la mamá de Juan, que estaba recogiendo flores y viendo todo desde lejos, se acercó para abrazar a su hijo.

"Los vi trabajar duro. Estoy muy orgullosa de ustedes. ¡Ustedes son los verdaderos héroes del medio ambiente!".

"Gracias, mamá. Fue genial hacer esto juntos", respondió Juan, radiante.

Desde aquel día, los tres amigos organizaron diferentes actividades para cuidar el medio ambiente, desde jornadas de limpieza hasta charlas sobre reciclaje y energías renovables. Convertidos en referente de su barrio, todo el mundo empezó a mirar con nuevos ojos la importancia de cuidar nuestro mundo. Y así, su pequeña aventura sobre el medio ambiente, se convirtió en una verdadera ola de cambio en su comunidad, inspirando a otros a hacer su parte por un mundo mejor.

FIN.

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