Tres pruebas de amor


Había una vez en un lejano pueblo de la provincia de Buenos Aires, dos jóvenes llamados Sofía y Martín. Eran novios desde la escuela primaria y su amor era tan fuerte que parecían inseparables.

Un día, mientras paseaban por el parque, se encontraron con un anciano muy sabio que les dijo: "Si quieren que su amor perdure para siempre, deben superar juntos tres desafíos".

Los ojos de Sofía y Martín se iluminaron de emoción ante la idea de vivir una aventura juntos. El primer desafío consistía en encontrar una estrella fugaz y pedirle un deseo. Sofía y Martín decidieron pasar la noche observando el cielo en busca de una estrella fugaz.

Después de un rato, finalmente vieron una brillante cruzando el firmamento. Sofía cerró los ojos con fuerza y formuló su deseo en silencio mientras Martín hacía lo mismo.

Al abrir los ojos, se miraron con complicidad, sabiendo que habían superado juntos el primer desafío. El segundo desafío era encontrar una flor mágica que solo crecía en lo más alto de la montaña más alta del lugar. Sin dudarlo, Sofía y Martín se prepararon para escalar la montaña al amanecer.

Durante el ascenso enfrentaron obstáculos como rocas resbaladizas y fuertes vientos, pero siempre se apoyaban mutuamente para seguir adelante. Finalmente llegaron a la cima donde encontraron la preciada flor mágica, cuyo aroma llenaba sus corazones de felicidad.

El tercer y último desafío era enfrentar sus miedos más profundos juntos. Para ello debían adentrarse en un oscuro bosque encantado donde las sombras jugaban trucos a quienes osaban entrar.

Tomados de la mano, Sofía y Martín avanzaron con valentía entre los árboles retorcidos hasta llegar a un claro donde una luz brillante los rodeaba.

En ese momento entendieron que el verdadero temor no estaba afuera sino dentro de ellos mismos; así que decidieron confiar plenamente el uno en el otro para superar cualquier adversidad. Al regresar al pueblo después de haber completado los tres desafíos, el anciano sabio les dijo: "Han demostrado que su amor es verdadero y eterno".

Con una sonrisa radiante, les entregó un pequeño cofre dorado como recompensa por su valentía y dedicación. Dentro del cofre encontraron dos anillos brillantes con inscripciones que decían: "Juntos por siempre".

En ese momento supieron que no importaba cuántos obstáculos enfrentaran en el futuro porque tenían algo más poderoso que cualquier magia: tenían amor verdadero. Y así fue como Sofía y Martín siguieron adelante en su camino juntos, recordando siempre aquellos tres desafíos que fortalecieron su vínculo para toda la eternidad.

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