Tres veces feliz en Villa Esperanza



Mariela llegó al pueblito de Villa Esperanza con una mochila llena de sueños y un corazón lleno de esperanza.

A pesar de haber sido engañada por aquel negrito musculoso, ella estaba decidida a comenzar una nueva vida en ese lugar. Al principio, Mariela se sintió un poco perdida en el pueblo. No conocía a nadie y no sabía cómo empezar a hacer amigos.

Pero su espíritu aventurero la llevó a explorar cada rincón del pueblo y pronto descubrió que había muchas cosas interesantes por descubrir. Un día, mientras caminaba por la plaza central del pueblo, vio un grupo de niños jugando en el parque.

Mariela se acercó para ver qué estaban haciendo y los niños la invitaron a jugar con ellos. "¿Querés jugar con nosotros?" -dijo uno de los niños. "¡Sí! Me encantaría" -respondió Mariela emocionada. A partir de ese momento, Mariela comenzó a pasar mucho tiempo con los niños del pueblo.

Les enseñaba sobre arquitectura y les ayudaba a construir pequeñas casitas con bloques de madera. Los niños adoraban pasar tiempo con ella porque siempre tenía ideas divertidas y creativas para compartir. Mariela también se hizo amiga de algunos adultos del pueblo.

Uno de ellos era Don Julio, el dueño del restaurante local. Él le ofreció trabajo como mesera en su restaurante y ella aceptó encantada. "No sé si tengo mucha experiencia como mesera" -dijo Mariela preocupada.

"No te preocupes, querida. Yo te enseñaré todo lo que necesitás saber" -respondió Don Julio con una sonrisa. Mariela trabajó duro en el restaurante y pronto se convirtió en la mesera más popular del pueblo.

Los clientes adoraban su simpatía y su habilidad para hacerlos sentir bienvenidos. Un día, mientras estaba trabajando en el restaurante, Mariela recibió una llamada inesperada. Era aquel negrito musculoso que la había engañado y dejado abandonada en ese pueblo.

Él le pedía que volviera con él a Rosario. Mariela sintió un nudo en la garganta al escuchar su voz.

Pero luego recordó todo lo que había logrado en Villa Esperanza: había hecho muchos amigos, tenía un trabajo que amaba y estaba viviendo una vida feliz y plena. "Lo siento mucho, pero ya no puedo volver contigo" -dijo Mariela decidida-. "He encontrado un hogar aquí en Villa Esperanza".

El negrito musculoso intentó persuadirla de todas las formas posibles, pero Mariela se mantuvo firme e hizo lo correcto por ella misma. De regreso al restaurante, Don Julio notó que algo andaba mal con Mariela. Le preguntó qué pasaba y ella le contó todo sobre aquella llamada telefónica.

"No te preocupes por él" -dijo Don Julio compasivo-. "Tú eres fuerte y valiente, has construido una nueva vida aquí. No dejes que nadie te haga sentir menos de lo que vales". Mariela se sintió reconfortada por las palabras de Don Julio.

Sabía que tenía razón: ella era fuerte y valiente, capaz de enfrentar cualquier desafío que se presentara ante ella. Con el tiempo, Mariela se convirtió en una figura importante en el pueblo de Villa Esperanza.

Ayudó a construir nuevas casas y edificios, y enseñó a los niños sobre arquitectura e ingeniería. Se sentía feliz y orgullosa de todo lo que había logrado. Y así, Mariela demostró que con perseverancia, amistad y coraje se puede superar cualquier obstáculo.

Y aunque aquel negrito musculoso no cumplió su promesa de llevarla por el mundo, ella encontró un hogar en ese pequeño pueblo donde vivió feliz para siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!