Triana y el Mono Malvado
En un frondoso y colorido bosque, vivía una niña alegre llamada Triana. Ella pasaba los días jugando con sus dos mejores amigos: Kiko, un caballo de pelaje brillante y elegante, y Teddy, un oso amable y cariñoso. Juntos, exploraban cada rincón y disfrutaban de la naturaleza.
Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, escucharon un alboroto.
- ¡¿Qué fue eso? ! - preguntó Triana, asustada.
- ¡No tengo idea! - respondió Kiko, agitando su cabeza.
- Yo fui a investigar - dijo Teddy, emocionado.
Al acercarse, se encontraron con un mono travieso llamado Max, que estaba lanzando ramas y riéndose a carcajadas. Los animales del bosque estaban indignados.
- ¡Max! ¡Para de hacer lío! - gritó Kiko.
- ¡Sí! ¡Deja a todos en paz! - añadió Teddy, con una voz firme.
Max, desafiando a sus nuevos amigos, se río más fuerte y siguió haciendo travesuras.
- ¡Voy a enseñarte a respetar! - le dijo Triana, decidiendo enfrentar al mono.
Intentó hablar con él:
- Max, no hay necesidad de ser malvado. Todos estamos aquí para jugar y divertirnos.
- ¿Y a mí qué me importa? - replicó el mono, cruzándose de brazos. - ¡Yo solo quiero ser el rey del bosque!
La situación se volvió tensa. Los tres amigos decidieron que era suficiente, y juntos trataron de ahuyentar a Max del bosque. El mono, enojado, gritó:
- ¡No me echarán! ¡Nunca!
Pero los animales, motivados por Triana, se unieron y le hicieron frente. Al final, Max se vio obligado a huir.
- ¡Lo logramos! - exclamó Teddy, mientras saltaba de alegría.
- Pero… - dijo Triana, mirando a sus amigos con preocupación. - Me siento mal por él. Tal vez sólo necesitaba un poco de amistad.
Kiko y Teddy se miraron, confundidos.
- ¿De qué estás hablando? ¡Ese mono era un problema! - argumentó Kiko.
- Para mí, todos merecen una segunda oportunidad. Deberíamos intentar enseñarle a ser mejor - sugirió Triana.
Después de pensarlo un rato, Teddy y Kiko estuvieron de acuerdo. Tenían que intentar ayudar a Max. Así que, al día siguiente, Trania llevó a sus amigos a buscar al mono.
Tras varias horas de búsqueda, finalmente encontraron a Max, sentado solo en una piedra, mirando al suelo. Sus ojos estaban tristes.
- ¡Hola, Max! - saludó Triana con una sonrisa. - Queremos hablar contigo.
El mono levantó la mirada, sorprendido por la amabilidad de la niña.
- ¿Por qué vendrían a verme? Solo soy un malvado.
- No eres solo eso - dijo Teddy, acercándose con un gesto amigable. - Todos tienen la opción de cambiar. Quisiéramos ser tu amigos.
Max se quedó en silencio, sin saber qué decir. Triana continuó:
- La amistad es maravillosa, pero a veces necesitamos aprender a cuidarla. Te invitamos a jugar con nosotros. Pero, ¡no más travesuras que lastimen a los demás!
Max, conmovido, sintió que una luz brillaba dentro de él.
- ¡Está bien, prometo intentarlo! - dijo, con una sonrisa tímida.
Los cuatro nuevos amigos comenzaron a jugar juntos. Al principio, Max era un poco torpe, pero con el tiempo aprendió a expresar su alegría sin hacer travesuras. Kiko, Teddy y Triana lo guiaron con paciencia, y pronto él comenzó a mejorar.
Un día, mientras saltaban por el bosque, Max preguntó:
- Chicos, ¿por qué me ayudan? Hubiera sido más fácil ignorarme.
- Porque creemos en la segunda oportunidad - respondió Triana, sonriendo. - Todos podemos aprender y crecer.
Max se sintió muy agradecido. Empezó a ayudar a otros animales y se convirtió en un gran amigo. Desde ese día, el bosque no solo se llenó de aventuras, sino también de risas y alegría.
Y así, Triana, Kiko, Teddy y Max formaron un inolvidable equipo de amigos, mostrando a todos que la amistad, la comprensión y el perdón pueden cambiar incluso a los corazones más traviesos.
Juntos aprendieron la importancia de la amistad y qué significa realmente cuidar de los demás, construyendo un bosque lleno de amor y alegría.
FIN.