Trini, la conejita rosa que descubrió el amor por la lectura




Trini era una conejita rosa muy traviesa y juguetona. Pasaba sus días saltando de un lugar a otro, siempre buscando nuevas travesuras para hacer. Sin embargo, había algo que a Trini no le gustaba para nada: aprender a leer.

Un día, mientras jugaba en el bosque, se encontró con Bruno, un amiguito erizo que estaba disfrutando de un maravilloso libro. Trini se acercó y preguntó curiosa: -¿Qué estás haciendo, Bruno?

-Buenas tardes, Trini. Estoy leyendo este libro tan emocionante sobre las aventuras de un valiente ratoncito. ¿Quieres que te lea un poco?

Trini frunció su pequeña nariz y dijo: -No, gracias. A mí no me gusta leer. Es aburrido y no veo para qué sirve.

-Bueno, Trini, la lectura es como una puerta mágica que te lleva a mundos increíbles, donde puedes conocer muchísimas cosas interesantes y divertidas -explicó Bruno con una sonrisa.

Trini no estaba convencida, pero algo en las palabras de Bruno la hizo reflexionar. Esa noche, mientras miraba las estrellas, recordó lo que le había dicho su amigo erizo.

Al día siguiente, Trini decidió preguntarle a su mamá sobre la importancia de la lectura. Mamá Coneja le explicó que gracias a la lectura, podía entender las instrucciones de sus recetas favoritas o descubrir nuevas historias emocionantes. Trini se preguntó si realmente estaba perdiéndose de algo especial.

Decidida a descubrirlo, Trini se acercó a Bruno y le pidió prestado el libro que estaba leyendo. Sentada bajo un árbol, empezó a hojear las páginas y, para su sorpresa, las palabras cobraron vida delante de sus ojos. Poco a poco, el relato del valiente ratoncito la atrapó de tal manera que no pudo soltar el libro hasta ver cómo terminaba la historia. Trini descubrió que leer no era aburrido en absoluto, sino que la sumergía en aventuras maravillosas.

A partir de ese día, Trini se convirtió en una devoradora de libros. Cada nueva lectura le abría las puertas a un mundo distinto, lleno de aprendizaje, creatividad y diversión. Se dio cuenta de que la lectura no solo era útil, sino que además le brindaba momentos de disfrute y entretenimiento sin fin.

Y así, Trini, la conejita rosa que no le gustaba aprender a leer, se convirtió en la más entusiasta defensora de los libros en el bosque. Compartía con todos sus amigos las historias más emocionantes y les mostraba que, a través de la lectura, podían vivir mil aventuras sin siquiera moverse de su hogar.

FIN.

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