Tro y el Día de las Sorpresas



Era un día soleado en el barrio de Villa Alegría. Tro, un simpático perro de pelaje dorado, se despertó de su siesta con un gran estiramiento y un ruido de ladrido alegre. "¡Guau, qué día tan hermoso!"- pensó mientras movía su cola con entusiasmo. Sabía que sus dueños, Sofía y Lucas, iban a venir a pasar el día con él, y eso lo llenaba de felicidad.

Tro se asomó por la ventana y vio cómo el sol brillaba con fuerza. "¡Hoy va a ser un día especial!"- ladró emocionado.

Al poco rato, escuchó la puerta de la casa abrirse y el sonido de pasos.

"¡Tro, ya estamos aquí!"- gritaron Sofía y Lucas al unísono.

Tro saltó sobre ellos con alegría mientras su cola parecía un ventilador descontrolado.

"¿Qué planes tenemos hoy, amigos?"- ladró, lleno de energía.

"Hoy vamos a tener un día lleno de aventuras en el parque y también organizaremos una pequeña fiesta en el jardín después. ¿Te parece, Tro?"- explicó Sofía mientras acariciaba su cabeza.

Tro dio vueltas en círculos de felicidad. "¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!"- ladró, saltando de un lado a otro. Pero de repente, notó algo extraño entre sus juguetes.

"¿Qué es eso?"- se preguntó mientras se acercaba a un paquete cuidadosamente envuelto que estaba en su cesta.

"No tengo idea, Tro. ¡Vamos a abrirlo!"- dijo Lucas, intrigado. Con mucha emoción, Sofía y Lucas empezaron a abrir el regalo.

"¡Sorpresa!"- exclamaron al mismo tiempo al ver que dentro había una pelota gigante de colores.

"¡Guau! ¡Es la mejor pelota del mundo!"- ladró Tro, mientras intentaba rodarla con su hocico.

"Vamos al parque, ¡quiero jugar!"- dijo entusiasmado.

Cuando llegaron al parque, era un lugar mágico lleno de niños riendo y otros perros jugando. Tro no podía contener su felicidad.

"Miren, miren, ahí hay más amigos!"- ladró mientras corría hacia un grupo de perros.

"¡Esperen!"- gritó Sofía. "Acuérdense de ser amables y jugar en equipo."-

Tro entendió lo que Sofía quería decir y decidió invitar a los otros perros a jugar con la nueva pelota.

"¡Hola, amiguitos! ¿Quieren jugar? ¡Lanzaré la pelota!"- ladró, y todos se unieron a la diversión.

Mientras jugaban, Tro se dio cuenta de que no solo tenía que jugar, sino también compartir y cuidar a sus nuevos amigos. Se esmeró por asegurarse de que todos tuvieran su turno.

Después de un rato, Sofía llamó a Tro. "¡Tro, hora de un descanso!"- lo llamó, y el perro corrió hacia sus dueños, cansado pero feliz.

"¿Qué hacemos ahora?"- ladró mientras tomaba agua de su cuenco.

"Vamos a preparar algo rico para la fiesta en el jardín. ¡Ayúdanos a recoger algunas flores para decorarlo!"- sugirió Lucas.

Así que Tro recorrió el jardín con ellos, recogiendo flores de todos los colores. "¡Es un día perfecto!"- pensó mientras ayudaba a colocar las flores en jarrones.

La fiesta fue un gran éxito. Picadas, juegos y muchas risas llenaron el aire.

"¡Esto es maravilloso!"- ladró Tro mientras jugaba con sus amigos, tanto humanos como perrunos, en el jardín decorado.

Al final del día, Tro se tumbó en la hierba, observando las estrellas que empezaban a brillar en el cielo.

"Hoy aprendí que compartir y jugar con los amigos hace que el día sea aún más especial. ¡No hay nada mejor que una buena compañía!"- ladró para sí mismo, con una gran sonrisa en su hocico.

Y así, Tro se quedó dormido bajo el cielo estrellado, soñando con nuevos días llenos de sorpresas y momentos felices junto a sus amados dueños.

FIN.

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