Turró, el cerdito veloz



Había una vez un cerdito llamado Turró que vivía feliz en una granja cerca de Nordelta. Era un cerdito muy inteligente y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a la granja, se encontró con un lobo muy astuto y hambriento. El lobo lo miró con ojos codiciosos y Turró supo enseguida que tenía que buscar una manera de escapar.

Turró pensó rápido y decidió hacerle creer al lobo que era mucho más fuerte de lo que realmente era. Así, comenzó a inflar su vientre hasta convertirse en un enorme globo rosado. El lobo quedó sorprendido al ver al cerdito tan grande y no pudo resistir la tentación de intentar comérselo.

Pero cuando intentó morderlo, sus dientes rebotaron contra el cuerpo hinchado de Turró. "¡Ay! ¿Qué eres tú?", preguntó el lobo confundido. "Soy Turró, el cerdito más fuerte del mundo", respondió Turró con orgullo.

El lobo no quería parecer débil ante el pequeño cerdito inflado, así que aceptó la propuesta del desafío: "Muy bien, entonces demuéstrame tu fuerza".

Turró sabía que no podía dejar caer su fachada, así que sugirió algo difícil: "Te propongo una carrera hasta el otro lado del bosque". El lobo acepto sin dudarlo ya que pensaba ser más veloz. Pero lo que él no sabía es que Turrò había entrenado toda su vida para ser un corredor muy veloz.

La carrera comenzó y el lobo salió disparado, mientras que Turró se mantuvo detrás de él durante varios metros. Pero entonces, Turró aceleró y dejó al lobo atrás en cuestión de segundos. "¡No puede ser! ¿Cómo lo hiciste?", exclamó el lobo sorprendido.

"Es simple", respondió Turrò sonriendo. "Entrené duro y me esforcé por ser el mejor". El lobo quedó impresionado con la determinación del cerdito y decidió dejarlo en paz.

Desde ese día en adelante, Turrò se convirtió en una leyenda entre los animales del bosque de Nordelta como el cerdito más fuerte y valiente que jamás haya existido.

Y así termina esta historia, recordándonos que nunca debemos subestimar a alguien por su tamaño o apariencia, ya que todos tenemos habilidades especiales que nos hacen únicos e importantes.

FIN.

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