Tutti Frutti con Pancho y sus Amigos
Había una vez en la selva un simpático oso panda llamado Pancho, a quien le encantaba disfrutar de las deliciosas paletas de frutas que preparaba la osa Margarita.
Todos los días, Pancho esperaba ansioso la hora de su merienda para saborear una paleta y compartir con sus amigos animales. Un día, mientras Pancho se dirigía a la casa de Margarita para buscar su paleta diaria, descubrió con tristeza que no quedaba ninguna.
La osa explicó que había tenido muchos pedidos ese día y se había quedado sin ingredientes para hacer más paletas. Pancho se puso muy triste al enterarse de la noticia y no sabía qué hacer sin su dulce tentempié favorito.
"¿Cómo voy a sobrevivir sin mis paletas, Margarita?", preguntó el oso panda con semblante preocupado. "Tranquilo, Pancho. No te preocupes. Podemos buscar juntos una solución", respondió Margarita con cariño.
Decidieron entonces emprender un viaje por la selva en busca de frutas frescas para poder hacer nuevas paletas. En su camino, se encontraron con el mono Marcelo, quien les dijo que conocía un lugar donde crecían las frutas más deliciosas y jugosas.
"¡Vamos allí! ¡Seguro encontraremos lo que necesitamos para las paletas!", exclamó emocionado Pancho. Caminaron durante horas hasta llegar a un hermoso claro lleno de árboles frutales. Entre risas y juegos, comenzaron a recolectar todas las frutas que necesitaban: fresas, bananas, duraznos y mangos.
Estaban tan concentrados en su tarea que no se dieron cuenta de que el sol comenzaba a esconderse en el horizonte. De repente, escucharon un rugido proveniente del bosque cercano. Era el temible tigre Tomás acechando entre los árboles.
Asustados, los tres amigos intentaron correr pero se dieron cuenta de que estaban rodeados. "¡Tranquilos! ¡No podemos rendirnos ahora! Juntos somos más fuertes", exclamó valientemente Margarita.
Con astucia e ingenio lograron idear un plan para distraer al tigre mientras escapaban hacia un río cercano. Una vez a salvo, continuaron corriendo hasta llegar sanos y salvos a casa de Margarita.
Llenos de emoción por haber superado juntos este desafío, decidieron poner manos a la obra y preparar las mejores paletas jamás vistas en la selva. Con cada uno poniendo su granito de arena y trabajando en equipo lograron crear unas paletas tan exquisitas que pronto todos los animales de la selva querían probarlas.
Pancho aprendió una valiosa lección ese día: aunque las cosas no siempre salgan como uno espera, con determinación, creatividad y trabajo en equipo es posible superar cualquier obstáculo.
Y así fue como el oso panda descubrió que incluso cuando se queda sin sus queridas paletas puede encontrar nuevas formas de disfrutar junto a sus amigos en la selva.
FIN.