Un Amanecer de Letras



Una mañana soleada en el bosque, una hormiga llamada Ana estaba organizando su despensa con gran dedicación. Mientras tanto, una ardilla curiosa y siempre juguetona llamada Susi pasaba saltando de rama en rama.

"¡Hola, Ana!" - gritó Susi, deteniéndose un momento frente a la hormiga. "¿Qué estás haciendo?"

"Estoy recolectando comida para el invierno. Es importante estar preparada" - respondió Ana con una sonrisa.

"Eso suena aburrido. ¡Vamos a jugar!" - exclamó Susi, moviendo su colita emocionada.

"Jugar es divertido, pero también hay que aprender. ¿Sabías que yo puedo leer?" - dijo Ana, mostrando con orgullo un pequeño libro.

Susi se quedó mirándola con los ojos muy abiertos.

"¡Leer! ¿Qué es eso?" - preguntó, intrigada.

Ana se acomodó en una hoja y dijo:

"Leer es como viajar a otros mundos sin movernos de aquí. Puedo aprender de todo, desde cómo cuidar de la naturaleza hasta recetas de galletitas."

"¿Podés enseñarme?" - pidió Susi, sintiendo una chispa de emoción dentro de ella.

Ana dudó un momento. Había visto que a Susi le costaba concentrarse, siempre distraída por las hojas y las nueces que caían del árbol.

"Por supuesto, pero tendrás que esforzarte y dejar el juego de lado un rato" - dijo Ana.

"¡Está bien! Estoy lista para aprender" - prometió Susi, decidida.

Día tras día, Ana reunió a Susi bajo su árbol favorito, donde la luz del sol filtraba entre las hojas. Comenzaron con letras sencillas. Ana le mostraba las letras en el libro y Susi las repetía con un poco de torpeza.

Pero, a medida que avanzaban, las primeras letras se convirtieron en palabras. Susi se emocionó al leer su primer frase:

"¡Mirá, Ana! Puedo leer: 'El sol brilla'. Es mágico!" - dijo la ardilla, saltando de alegría.

Los días continuaban, cada vez un poco más complicados. Pero la ardilla tenía dificultad para recordar las palabras largas. Un día, frustrada, Susi se levantó.

"Ana, no puedo más. Nunca voy a aprender a leer tan bien como vos. Ya no quiero seguir!" - dijo, mirando al suelo.

Ana comenzó a sentirse triste, pero sabía que era parte del aprendizaje.

"Susi, no hay que rendirse. Aprender lleva tiempo y también hay que equivocarse. Yo no siempre supe leer, al principio me costaba tanto como a vos. Lo importante es seguir adelante" - consuelo Ana, dándole un suave toque en la pata.

Susi miró a su amiga y decidió darle una oportunidad más. En la siguiente clase, Ana sorprendió a Susi con un nuevo método.

"Hoy vamos a leer cuentos. Los cuentos son más divertidos y las historias ayudan a recordar las palabras" - dijo Ana, sosteniendo un libro lleno de colores.

Las historias comenzaron a fascinar a Susi. La ardilla se imaginaba ser la heroína de cada aventura, y fue así como poco a poco fue perdiendo el miedo a leer.

Un día, mientras leían un cuento por la tarde, una fuerte tormenta se desató. La lluvia y el viento hicieron que todo temblara. Susi, asustada, se abrazó a Ana.

"¿Qué hacemos, Ana?" - gritó Susi.

"No te preocupes, podemos quedarnos en mi casa hasta que pase la tormenta. ¡Leamos un cuento juntos! Eso siempre me calma" - respondió Ana, buscando su libro favorito.

Y así, entre la lluvia y los relámpagos, las dos amigas encontraron consuelo en la lectura. Después de un rato, el viento y la lluvia empezaron a calmarse, y Susi, emocionada, dijo:

"¡Ana! Esto es increíble. Ahora entiendo por qué leer es tan especial. Me siento en un mundo diferente. No sé qué haría sin ti."

Finalmente, la tormenta pasó y el sol volvió a brillar. Susi ya no solo quería jugar, sino que había encontrado un nuevo amor por las palabras.

Con el tiempo, Susi se volvió una gran lectora. Un día, organizó un pequeño evento en el bosque para compartir sus historias con otros animales.

"Hoy, amigos, quiero contarles un cuento que aprendí gracias a mi amiga Ana" - dijo Susi, con orgullo.

Los animales se reunieron, y Susi, con su voz brillante, comenzó a narrar.

"Erase una vez en un bosque lleno de letras..." - comenzó, y todos quedaron cautivados por su entusiasmo.

Ana observaba sonriendo, sabiendo que su esfuerzo había dado frutos. La amistad y el aprendizaje se entrelazaron en esa bella aventura en el bosque, convirtiéndose en una historia que nunca se olvidaría.

Y así, Susi comprendió que leer abriría puertas a cada rincón de su vida, y Ana supo que la enseñanza era un regalo que se multiplicaba en la alegría y el conocimiento compartido.

FIN.

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