Un Amigo en Navidad
Era una mañana de diciembre, y el frío comenzaba a hacerse sentir en el bosque. Un venado llamado Bruno paseaba tranquilo entre los árboles cubiertos de escarcha. Era un venado curioso que, cada año, esperaba con ansias la llegada de la Navidad, y no solo por las luces y los adornos, sino porque sabía que en esa época algo mágico sucedía.
Un día, mientras exploraba el bosque, Bruno escuchó un sonido inusual. Se acercó y descubrió a un señor de baja estatura, con ojos azules que brillaban como dos estrellas, sentado en un tronco.
- “Hola, ¿quién sos? ” - preguntó Bruno, acercándose con cautela.
- “¡Hola, pequeño venado! Soy Luis. Estoy pensando en la Navidad. Me gusta poner luces en mi casa y hacer galletas de jengibre”, respondió el señor con una sonrisa.
Bruno se sintió intrigado. Era la primera vez que conocía a un humano que hablaba de la Navidad con tanto entusiasmo.
- “¿Podés enseñarme a hacer galletas de jengibre? ” - pidió emocionado Bruno, moviendo su cola.
- “Claro que sí, pero tienes que ayudarme a recoger los ingredientes. ¡Vamos! ” - exclamó Luis, saltando de alegría.
A partir de ese día, Bruno y Luis forjaron una amistad especial. Cada tarde, Bruno ayudaba a Luis a recoger nueces, miel y especias del bosque. Se reían, contaban historias y disfrutaban de la compañía del otro.
Pero un día, mientras recolectaban ingredientes, Bruno se dio cuenta de algo preocupante. En su camino encontraron varios árboles caídos.
- “Luis, ¿qué pasó aquí? ” - preguntó Bruno con un rostro preocupado.
- “Parece que la tormenta de anoche fue más fuerte de lo que esperábamos. Estos árboles son importantes para el bosque. Ayudan a los animales y a la naturaleza” - respondió Luis, mirando la escena con tristeza.
Bruno, al escuchar esto, decidió que tenían que hacer algo.
- “¿Y si organizamos un grupo para ayudarlos? Juntamos a otros animales y recuperamos el bosque” - propuso Bruno con determinación.
Luis sonrió. La idea le encantaba.
- “Eso suena genial, Bruno. ¡Vamos a hacerlo! ” - exclamó.
Sin perder tiempo, Bruno y Luis comenzaron a recorrer el bosque, llamando a animales grandes y pequeños. Los pájaros, ardillas y hasta el viejo oso se unieron al esfuerzo. Todos estaban ansiosos por ayudar a restaurar el bosque que consideraban su hogar.
Durante esos días de trabajo, Bruno enseñó a los animales a cuidar y plantar nuevos árboles, mientras que Luis les contaba historias sobre la importancia de la naturaleza.
- “Cada árbol tiene su función, y nosotros debemos cuidar de nuestro hogar” - les decía Luis, señalando el lugar donde un árbol recientemente caído se había convertido en un refugio para pájaros.
Al cabo de un par de semanas, el bosque comenzó a recuperar su magia. Los animales se sentían felices de trabajar juntos, y Luis disfrutaba de la alegría que había traído esta nueva actividad.
Finalmente, llegó la noche de Navidad. Todos se reunieron en un claro del bosque, donde Luis había preparado una sorpresa.
- “¡Feliz Navidad, amigos! ” - gritó Luis, iluminando el bosque con luces creadas de ramas y frutas.
Bruno miró a su alrededor, y su corazón se llenó de alegría. No solo había hecho un amigo en Luis, sino que también había descubierto el verdadero significado de la Navidad: la unión y la amistad.
- “Muchísimas gracias, Luis. Este ha sido el mejor diciembre de mi vida” - dijo Bruno, acurrucándose junto a su amigo.
- “Y para mí también, Bruno. La Navidad brilla más cuando estamos juntos” - contestó Luis, abrazando a su nuevo amigo.
Desde ese día, Bruno y Luis continuaron trabajando juntos por el bosque, creando un lazo de amistad que se volvería eterno. La Navidad no solo les trajo momentos de felicidad, sino también la certeza de que, juntos, podían hacer del mundo un lugar mejor.
Así fue como un venado y un hombre de ojos azules descubrieron la verdadera magia de la Navidad, una magia que iba más allá de los adornos y los regalos, una magia tejida con amor, amistad y solidaridad.
FIN.