Un Amigo Especial
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado Adonis pasaba sus días soñando con tener un compañero animal. Cierta mañana, mientras paseaba, vio un cartel que anunciaba la venta de perritos en casa de su vecino, el señor Gómez.
"¡Mirá, mamá! ¡Perritos!" - exclamó Adonis con entusiasmo.
"¿De verdad quieres uno?" - le preguntó su mamá, sonriendo.
"Sí, ¡quiero un perrito!" - respondió Adonis, con los ojos brillantes.
Después de hablar con su madre, juntaron un poco de dinero que Adonis había ahorrado. Con gran emoción, se dirigieron a la casa del señor Gómez.
El viejo vecino les mostró varios perritos, todos adorables, pero cuando Adonis vio a una pequeña perrita de pelaje blanco y negro, su corazón se llenó de alegría.
"Esa, quiero esa" - dijo, señalando a la perrita que movía la cola con energía.
"Es muy juguetona, le gusta correr y saltar. La puedes llamar Luna" - le dijo el señor Gómez.
Adonis no dudó ni un segundo.
"¡Luna! Me gusta, la llamaré así" - respondió con una sonrisa radiante.
Una vez en casa, Adonis presentó a Luna a su familia.
"¡Mirá, es mi amiga!" - dijo emocionado.
Con el paso de los días, Adonis y Luna se volvieron inseparables. Juntos jugaban en el parque, exploraban el barrio y compartían interminables risas. Sin embargo, un día, mientras jugaban a la pelota, Luna persiguió a un gato travieso y se perdió.
"¡Luna! ¡Luna!" - gritó Adonis, preocupado. Comenzó a buscarla por todo el barrio.
Llamó a su mamá y juntos preguntaron a los vecinos si habían visto a Luna, pero todos sacudían la cabeza con tristeza. Adonis, aunque angustiado, no se rindió.
"Voy a seguir buscando. Luna es mi amiga y no la dejaré sola" - dijo decidido.
Pasó horas buscando y, cuando ya estaba por darse por vencido, escuchó un ladrido familiar. Siguió el sonido y, por fin, encontró a Luna atrapada en un arbusto.
"¡Luna! ¡Estás aquí!" - gritó Adonis, corriendo hacia ella y liberándola.
Luna se le lanzó a los brazos, moviendo su cola con alegría.
"No te vuelvas a alejar, Luna. Siempre tienes que volver con tu mejor amigo" - dijo Adonis, aliviado.
Desde ese día, Adonis aprendió la importancia de cuidar a sus amigos. Habló con sus compañeros de escuela sobre la responsabilidad de tener una mascota.
"No solo es jugar, también hay que alimentarlos, sacarlos a pasear y asegurarse de que estén a salvo" - explicó a su grupo.
Sus amigos escucharon atentamente, y algunos decidieron que también querían una mascota. Adonis se sintió feliz de poder compartir lo que había aprendido.
Con el tiempo, Adonis y Luna siguieron viviendo aventuras juntos. Su amistad creció y se fortaleció, y Adonis descubrió que cuidar de una mascota era una gran responsabilidad, pero también una fuente inagotable de felicidad.
Así, aprendieron valiosas lecciones sobre la amistad, la responsabilidad y el amor incondicional, mientras vivían felices por siempre en su encantador barrio.
FIN.