Un Amistoso Aventura
En un bosque mágico, donde la hierba era tan alta como las montañas y los árboles tocaban el cielo, vivía un dinosaurio enorme llamado Dino y su mejor amiga, una pequeña hormiga llamada Anty. Dino era un Tiranosaurio rex, pero a pesar de su gran tamaño, era amable y siempre quería ayudar. Anty, por su parte, era curiosa y le encantaba explorar, a menudo metiéndose en lugares donde otros no podían.
Un día, mientras Dino tomaba el sol en una roca, Anty corrió muy emocionada.
- ¡Dino! ¡Dino! ¡Tenés que venir a ver lo que encontré! - gritó Anty.
- ¿Qué descubriste, amiga? - respondió Dino, levantándose y mirando a su pequeña amiga con esos ojos llenos de curiosidad.
Anty se estremeció de la emoción.
- ¡Encontré una cueva brillante! Pero está más allá de la colina y hay un gran río que no sé cómo cruzar - dijo, mirando hacia el horizonte.
Dino reflexionó por un momento antes de responder.
- No te preocupes, Anty. ¡Voy a ayudarte a cruzar el río! - aseguró con una sonrisa amplia que le mostraba todos sus dientes.
Anty saltó de alegría.
- ¡Sos el mejor amigo del mundo, Dino! - gritó.
Ambos amigos partieron hacia la colina, donde se encontraba el río. Cuando llegaron, Anty miró los rápidos y el agua cristalina.
- Oh, Dino. Este río es más grande de lo que imaginaba - dijo, un poco asustada.
- No te preocupes, yo puedo usar mi cuerpo como un puente. Podés caminar sobre mí para cruzar - propuso Dino.
Anty lo miró con admiración.
- ¡Qué idea tan genial! Pero, ¿no te vas a sentir incómodo? - preguntó la hormiga.
Dino se rió con su risa profunda.
- ¡Para nada! Estoy feliz de ayudarte. Además, es divertido hacer cosas juntos. - contestó.
Dino se posicionó como un puente entre las dos orillas, y Anty, llena de confianza, comenzó a cruzar. Despacio, pero segura, logró llegar al otro lado sin problemas.
- ¡Lo logré! ¡Gracias, Dino! - exclamó la hormiga.
Pero cuando se dieron cuenta, la cueva estaba llena de obstáculos: grandes piedras y un túnel oscuro que daba miedo.
- Hmm... no soy tan bueno en espacios pequeños - comentó Dino mirando el túnel estrecho.
Anty supo que sería difícil para su amigo entrar.
- No te preocupes, Dino. Yo entraré y te contaré lo que encuentre. ¡Esperame aquí! - propuso la pequeña hormiga.
Dino se sintió nervioso, pero sabía que su amiga era valiente.
- Está bien, pero ten cuidado - respondió, mientras Anty se adentraba en el túnel.
Pasaron unos minutos que se sintieron como horas, hasta que finalmente, Anty salió de la cueva saltando y sin aliento.
- ¡Dino! ¡Encontré un tesoro! ¡Es una gema brillante! - exclamó, con los ojos relucientes.
- ¡Eso es asombroso, Anty! - dijo Dino, emocionado.
- Pero... hay un problema. No puedo llevarla, es demasiado pesada para mí... - advirtió la hormiga.
Dino pensó rápidamente.
- ¿Y si yo la llevo? - ofreció, lleno de entusiasmo.
Anty sonrió y asintió. Juntos, regresaron al túnel, donde Dino, con mucho cuidado, tomó la gema en su boca grande y regresaron al claro donde comenzaron.
Once allí, entre risas y alegrías, Anty se sentó en la piedra más grande, resplandeciente.
- ¿Sabés qué? Esto es lo que hace que nuestra amistad sea especial - dijo Anty. - Juntos, podemos superar cualquier cosa.
- ¡Exactamente! - respondió Dino, sintiéndose orgulloso. - No importa el tamaño, lo que cuenta es el corazón y la amistad.
Desde ese día, los dos amigos siguieron explorando juntos, ayudándose mutuamente y descubriendo que la verdadera amistad no tiene fronteras, y que cada uno, pequeño o grande, tiene un papel importante que desempeñar en el mundo.
Y así, el grande y el pequeño vivieron felices, sabiendo que, juntos, podían enfrentar cualquier aventura que les esperara.
FIN.