Un Amor a Distancia



Había una vez, en un barrio tranquilo de Buenos Aires, una piba llamada Julieta y un turrito llamado Sebastiá. Ellos eran novios, pero había un pequeño problemita: vivían en diferentes ciudades y solo podían verse cada poco tiempo. Sin embargo, ambos estaban decididos a que su amor superara cualquier distancia.

Un día, mientras Julieta estaba en el parque con su perrito, Cacho, pensó en cómo podría sorprender a Sebastiá.

"¡Ya sé!" dijo Julieta emocionada. "Le voy a enviar un mensaje por WhatsApp y le cuento que tengo una sorpresa para él."

"¿Qué sorpresa?" ladró Cacho, con su cola moviéndose velozmente.

Julieta se puso a escribir.

"¡Hola, Sebastiá! ¡Tengo una sorpresa para vos! Te espero en el parque el sábado para un picnic. ¡No digas nada!"

Sebastiá recibió el mensaje mientras ayudaba a su abuela en su casa. Sus ojos se iluminaron.

"¡Qué emoción!" gritó. "Voy a preparar unas cosas ricas para llevar al picnic. Pero, ¿y si llueve?"

Sebastiá se puso a trabajar en su plan. Tenía que asegurarse de que todo estuviera perfecto. Preparó unos sándwiches de miga, llevó unos jugos y, por supuesto, el postre: milanesa a la napolitana, su favorita.

Finalmente llegó el sábado y el sol brillaba radiante. Julieta llegó al parque, desenfrenada de la ilusión. Cuando vio a Sebastiá, corrió hacia él.

"¡Hola, turrito!" exclamó Julieta mientras le daba un abrazo.

"¡Hola, piba!" respondió Sebastiá, sonriendo.

Se sentaron en una manta de picnic y comenzaron a disfrutar de la comida. Todo marchaba bien hasta que de repente, unas nubes oscuras empezaron a asomarse.

"¿No puede ser que llueva ahora?" se angustió Julieta.

"Tranquila, seguro que solo es una lluvia de verano. Pasará rápido" le aseguró Sebastián, aunque por dentro sentía lo mismo.

Pero antes de que pudieran terminar su picnic, comenzó a llover. "¡Rápido, bajo el árbol!" gritaron ambos al unísono.

Mientras estaban allí, empapados pero riendo, se dieron cuenta de algo.

"Si llueve, podemos bailar bajo la lluvia, ¿o no?" dijo Julieta.

"Sí, y de paso hacemos que Cacho también se moje un poco" contestó Sebastiá, sujetando a su perrito con fuerza.

De repente, Julieta comenzó a bailar y a saltar bajo la lluvia, y Sebastiá, aunque un poco tímido, se unió. Juntos, saltaron, giraron y rieron al máximo. Cacho, disfrutando del momento, corría alrededor de ellos, chapoteando en los charcos.

Cuando la lluvia finalmente se detuvo, ambos estaban llenos de barro, pero extremadamente felices. "Esto fue genial, ¿no?" dijo Julieta, tomando aliento.

"Sí, no hay nada mejor que un día inesperado con lluvia" contestó Sebastiá.

Desde entonces, aprendieron que no importaba la distancia ni las circunstancias; lo importante era disfrutar cada momento juntos. Juntos decidieron hacer de cada encuentro una aventura.

Así fue como Julieta y Sebastiá prometieron verse más a menudo, superar cualquier obstáculo y sobre todo, nunca dejar de bailar bajo la lluvia, porque cada momento juntos era un regalo.

Y así, con sus corazones llenos de amor y risas, Julieta y Sebastiá continuaron su historia a distancia, sin olvidar que lo mejor de estar juntos es hacer que cada momento cuente, sea cual sea el clima.

FIN.

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