Un Amor de Familia



En el pequeño pueblo de Colinas Verdes, vivía una niña llamada Yanina. A ella le encantaba salir a explorar la naturaleza junto a su perrito Fabián. Cada mañana, salían de su casa, junto a su mamá y papá, para disfrutar del aire fresco, jugar en el parque y descubrir maravillas en su entorno.

Un día, mientras paseaban por el bosque, Yanina vio algo brillante entre los arbustos.

"¡Mirá, Fabián! ¿Qué será eso?" - dijo emocionada.

Se acercó y encontró un hermoso colgante en forma de corazón. Estaba cubierto de pequeñas piedras de colores que brillaban al sol.

"¡Es un tesoro!" - exclamó Yanina. "¿Crees que es mágico?"

Fabián, que siempre estaba a su lado, movió la cola como si estuviera de acuerdo.

Yanina decidió que debían buscar al dueño del colgante. Fue entonces cuando tuvieron la idea de preguntar a sus amigos del barrio. Juntos, se aventuraron de casa en casa.

"Hola, Juli!" - saludó Yanina a su amiga. "¿Te falta un colgante? Encontré uno en el bosque."

"No, Yanina. Pero es muy lindo. ¿Qué vas a hacer con él?" - respondió Juli.

"Voy a buscar a su dueño. Tal vez a alguien le haga falta."

Las dos amigas decidieron formar un grupo. Llamaron a otros amigos, y así, poquito a poquito, fueron organizando una búsqueda en equipo.

Pasaron horas explorando el vecindario, preguntando a todos si necesitaban ayuda o si habían perdido algo. Al principio estaban un poco desanimados, ya que nadie parecía haberlo perdido. Sin embargo, Yanina no se dio por vencida.

"Debemos seguir intentando. Tal vez no está en este barrio. Vamos a preguntar en el parque. Ahí siempre hay más gente!" - sugirió.

Así, llegaron al parque con Fabián, y lo primero que hizo Yanina fue mostrar el colgante a un grupo de niños que estaban jugando.

"Hola, chicos! Encontré este colgante. ¿Alguien de ustedes lo ha visto antes?" - preguntó.

Uno de los niños, que se llamaba Mateo, miró el colgante con ojos brillantes.

"¡Sí! Esa es la joya de mi abuela! La perdí mientras jugaba."

Yanina sintió un gran alivio y alegría al escuchar eso. Se la entregó rápidamente a Mateo.

"Aquí tenés, ¡me alegra que lo hayas encontrado!" - dijo, sonriendo.

Mateo sonrió también, pero luego miró al cielo y se puso un poco triste.

"Me encantaría que mi abuela pudiera verlo otra vez. Ella siempre decía que era muy especial. Cuando no estaba, la extrañaba mucho."

Yanina sintió un nudo en la garganta. Sabía que la familia era importante y decidió ayudar a Mateo.

"Vamos a hacer algo especial para tu abuela! ¿Qué te parece si hacemos una tarjeta y se la llevamos?"

Mateo se animó. "¡Sí! Con un dibujo de todos nosotros!"

En el parque, se sentaron en el césped y todos juntos comenzaron a dibujar y colorear. Yanina tomó el colgante y lo dibujó en la tarjeta, rodeado de corazones y flores.

"Esto es para que nunca lo olvide y sepa que cuando está lejos, la queremos igual. " - dijo Yanina.

Finalmente, terminaron la tarjeta y Mateo propuso.

"¿Podemos ir a casa de mi abuela ahora?"

Así lo hicieron. En el camino, además de pasar un buen rato, aprendieron sobre un amor que nunca se olvida y la importancia de la familia. Cuando llegaron a la casa de la abuela, ella los recibió con una enorme sonrisa.

La abuela, muy emocionada, recibió el colgante y la tarjeta.

"¡Oh, chicos! ¡Esto me hace muy feliz! Siempre guardaré esta tarjeta junto a mi colgante, gracias!"

Yanina sintió una calidez en su corazón, sabiendo que habían hecho algo bueno.

"Siempre hay que ayudar a los demás , porque el amor de familia se fortalece con la amistad!" - dijo mientras miraba a Fabián, quien movía su cola, contento de ver a todos felices.

Esa tarde, los chicos aprendieron que la verdadera aventura no estaba en encontrar tesoros materiales, sino en compartir momentos especiales y ayudar a otros.

Desde ese día, Yanina, Fabián y sus amigos se propusieron hacer un acto de bondad cada semana, creando así una comunidad unida y llena de amor, llena de aventuras, risas y muchas más historias por contar.

Fin.

FIN.

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