Un amor filosófico
En una soleada tarde en la antigua Grecia, Sócrates y Jantipa se conocieron en una reunión de filósofos.
Sócrates, con su barba y mirada sabia, y Jantipa, con su cabello rizado y sonrisa encantadora, no pudieron evitar sentir una conexión especial desde el primer momento. Sócrates se acercó a Jantipa y le dijo: "Hola, soy Sócrates. Me encanta tu manera de expresarte en las discusiones filosóficas".
Jantipa respondió con entusiasmo: "¡Gracias! Admiro tu forma de cuestionar todo para encontrar la verdad". Desde ese día, Sócrates y Jantipa comenzaron a pasar más tiempo juntos. Discutían sobre la vida, el amor y la sabiduría mientras paseaban por los hermosos jardines de Atenas.
Un día, mientras contemplaban juntos un atardecer pintado de tonos dorados y rosados, Sócrates tomó la mano de Jantipa y le dijo: "Jantipa, desde que te conocí mi vida ha cobrado un nuevo sentido. ¿Te gustaría vivir juntos el resto de nuestros días?".
Jantipa emocionada respondió: "¡Sí, Sócrates! No hay nada que desee más que compartir cada amanecer y cada anochecer contigo". Así fue como Sócrates y Jantipa decidieron vivir juntos en una pequeña casa cerca del mar.
Cultivaban el amor a través del respeto mutuo, la comunicación abierta y el apoyo incondicional. Pero no todo sería color de rosa en su historia de amor. En cierta ocasión, durante una discusión sobre política, Sócrates olvidó comprar pescado para la cena como había prometido.
Jantipa se sintió decepcionada e incomprendida. "Siento mucho haberte fallado con lo del pescado", se disculpaba apenado Socrates. "No se trata solo del pescado", respondía Jantipa con tristeza. "Se trata de sentir que nuestras promesas importan".
Socrates reflexionaba sobre sus acciones mientras veía a Jatnipa alejarse hacia el mercado sola. Decidiendo actuar rápidamente salio corriendo tras ella alcanzándola antes llegar al mercado.
"Perdón por mi descuido querida Jatnipa," decía respirando agitadamente "No quiero que pienses que tus deseos o necesidades no me importan"Con lágrimas en los ojos, Jatnipa entendió la sinceridad detrás de las palabras de socrates"Gracias por entenderme," decía abrazando fuertemente a socratesA partir de ese momento aprendieron a escucharse mejor uno al otro, fortaleciendo su relación aún más.
Los años pasaron pero su amor permaneció inquebrantable como una roca frente al mar embravecido.
Se convirtieron en un ejemplo para todos en Atenas sobre cómo el respeto mutuo, la comunicación honesta y el perdón pueden construir un vínculo sólido e indestructible. Y así fue como Sócrates y Jatnipa vivieron felices hasta el final de sus días compartiendo risas, lágrimas, aventuras e infinitas enseñanzas filosoficas junto al mar azul eterno.
FIN.