Un Amor Inesperado
En un bosque encantado, había un ogro llamado Bruno que vivía solo en una cueva rodeada de altos árboles. A pesar de su aspecto temible, con piel verde y dientes afilados, Bruno era un ogro amable y solitario que pasaba sus días cuidando flores y recolectando frutas.
Una mañana, mientras Bruno recogía moras, escuchó un ruido. Curioso, se acercó y vio a una joven princesa llamada Sol, que se había perdido mientras paseaba por el bosque.
"¿Quién eres?" - le preguntó Bruno, temiendo asustarla con su apariencia.
"Soy Sol, la princesa del reino cercano. Me he perdido y no sé cómo regresar a casa." - respondió la princesa, con una voz dulce.
Bruno, aunque no quería asustarla, se dio cuenta de que podía ayudarla.
"No te preocupes, puedo llevarte de vuelta. Solo sígueme." - dijo Bruno, tratando de sonar amistoso.
Sol, viendo que Bruno no parecía peligroso, decidió confiar en él. Juntos comenzaron a caminar, hablando y conociéndose.
"Tengo miedo de los ogros, pero tú no eres como los que cuentan en las historias." - dijo Sol.
Bruno se sonrojó un poco ante ese comentario. Ambos empezaron a reír, y a medida que avanzaban, la amistad entre ellos florecía. Sin embargo, cuando llegaron al borde del bosque, se dieron cuenta de que la entrada estaba bloqueada por un gran tronco.
"No puedo moverlo, soy muy pequeño para eso." - dijo Sol, decepcionada.
Bruno pensó un momento y tuvo una idea.
"Yo puedo moverlo, pero necesitaré tu ayuda. ¿Crees que podrías darle un empujón al lado derecho mientras yo empujo del izquierdo?"
"¡Claro que sí! ¡Vamos a intentarlo!" - gritó Sol con entusiasmo.
Ambos empujaron juntos, y tras un gran esfuerzo, el tronco se movió, abriendo el camino. Sol sonrió con alegría.
"¡Lo hicimos! Eres más fuerte de lo que pareces, Bruno." - exclamó la princesa.
Bruno se sintió orgulloso. Pero cuando llegaron al castillo, se dio cuenta de que la gente del reino no aceptaría a un ogro. Temía que Sol se sintiera avergonzada de él.
"Debes entrar tú sola. La gente se asustará si ven que estoy contigo." - dijo Bruno, con tristeza en su voz.
"¡No!" - respondió Sol con firmeza. "No puedo dejarte así. Has sido un buen amigo y no voy a dejar que te traten mal solo por ser un ogro. Vamos a enfrentarlos juntos."
Bruno se sintió conmovido por la valentía de Sol. Así que, con un profundo aliento, ambos se dirigieron al castillo.
Cuando llegaron, todos se quedaron en silencio al ver al ogro.
"¡Alto!" - gritó el guardia. "¿Qué haces aquí, monstruo?"
"Él es Bruno, y me ayudó a regresar a casa." - dijo Sol, levantando la cabeza con determinación. "No quiero que le hagan daño. Es mi amigo."
La multitud murmuró entre sí, y de repente, una anciana salió del grupo.
"Yo también conocí a un ogro hace años. Tenía un corazón puro y siempre ayudaba a los demás." - dijo la anciana, recordando su niñez.
La gente empezó a hablar entre ellos, recordando sus propias historias. Finalmente, el rey, que escuchó el bullicio, salió al balcón.
"Si nuestra princesa dice que es un buen ogro, debemos darle una oportunidad. Todo ser tiene una historia que contar."
El rey miró a Bruno y sonrió. "Puedes quedarte. De ahora en más, nos aseguraremos de que la amistad y el respeto sean lo más importante en nuestro reino."
Bruno, sorprendido, sintió una profunda alegría en su corazón. Desde ese día, el ogro aprendió que la aceptación viene del entendimiento y la amistad. Y Sol, con su valentía, demostró que el amor verdadero supera cualquier prejuicio.
Ambos juntos, Bruno y Sol comenzaron a trabajar en el bosque, ayudando a los animales y enseñando a los habitantes del castillo la importancia de cuidar su hogar. Con el tiempo, Bruno se convirtió en un héroe en el reino, mostrando que no importa el aspecto que tengamos, todos podemos ser amados y respetados por quienes somos en nuestro interior.
Y así, la joven princesa y el ogro solitario continuaron su amistad, demostrando a todos que el amor y la aceptación pueden cambiar el mundo.
FIN.