un amor sin fronteras



Había una vez una perrita llamada Pucca, que era la más hermosa del universo. Tenía un pelaje blanco y negro muy suave, y unos ojitos brillantes que transmitían amor a todos los que la miraban.

Pucca era de raza criolla, pero eso no le importaba en absoluto, porque sabía que lo más importante era el amor y la felicidad.

Pucca vivía con sus padres adoptivos, Andrés y Paulina, quienes la amaban profundamente desde el primer día en que llegó a sus vidas. Ellos sabían que Pucca necesitaba mucho cuidado y atención, así que se dedicaron por completo a darle todo lo necesario para ser feliz.

Andrés enseñaba a Pucca trucos divertidos como sentarse, dar la pata e incluso hacer piruetas. Pucca era tan inteligente que aprendía rápidamente y siempre estaba dispuesta a complacer a sus padres con su habilidad para aprender cosas nuevas.

Paulina se encargaba de consentir a Pucca con deliciosas golosinas caninas y largos paseos por el parque. A Pucca le encantaba correr libremente entre los árboles y jugar con otros perros. Siempre demostraba su amor incondicional saltando emocionada cada vez que veía llegar a Paulina con su correa.

Un día soleado mientras caminaban por el parque, Andrés notó algo extraño en uno de los árboles cercanos.

¡Era un gatito atrapado en las ramas! Sin pensarlo dos veces, Andrés trepó al árbol para rescatarlo mientras Paulina sostenía a Pucca, preocupada por su seguridad. Finalmente, el gatito fue liberado y Andrés lo llevó con mucho cuidado hacia Paulina y Pucca. La perrita se acercó lentamente al minino y le dio un lametazo amistoso en la nariz.

Desde ese momento, los tres se convirtieron en inseparables amigos. Pucca y el gatito, al que llamaron Simón, pasaban horas jugando juntos en el jardín de su casa. Era maravilloso ver cómo interactuaban, siempre cuidándose mutuamente como verdaderos hermanos.

Un día, mientras exploraban un terreno desconocido cerca de la casa, Pucca y Simón descubrieron un pequeño cachorrito abandonado entre unos arbustos. Sin dudarlo ni un segundo, corrieron a buscar ayuda a sus padres.

Andrés y Paulina no pudieron resistirse ante la mirada triste del cachorrito. Decidieron llevarlo a casa para darle amor y cuidado como lo hacían con Pucca y Simón. Así fue como el nuevo miembro de la familia recibió el nombre de Lola.

Los días pasaron felices con los cuatro animals amigos. Juntos aprendieron sobre la importancia de compartir, ser solidarios y nunca dejar atrás a alguien que necesitara ayuda. Cada uno tenía habilidades diferentes pero igualmente valiosas para hacer del mundo un lugar mejor.

Pucca seguía siendo la perrita más hermosa del universo color blanco y negro, pero ahora compartía ese título con sus nuevos amigos: Simón y Lola.

Juntos demostraban que no importaba qué raza fueran o cómo lucieran, lo importante era el amor y la amistad que compartían. Y así, Pucca y sus amigos vivieron muchas aventuras juntos, siempre recordando que la verdadera belleza está en el corazón.

Aprendieron a valorar las diferencias de cada uno y a disfrutar de los momentos felices que pasaban juntos. Desde aquel día en el parque, Andrés y Paulina sabían que habían hecho lo correcto al adoptar a Pucca.

Ella les había enseñado sobre el amor incondicional y la alegría de tener una mascota en sus vidas. Juntos formaban una familia llena de amor, felicidad y perritos hermosos como Pucca, Simón y Lola.

FIN.

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