Un amor sin límites



En un pequeño pueblo llamado Vallesol vivían dos adolescentes llamados Ian y Natalia, quienes se amaban más que nada en el mundo.

Su amor era tan fuerte que siempre decían la frase "dos contra el mundo" cada vez que enfrentaban algún problema juntos. Ian era un chico valiente y aventurero, mientras que Natalia era dulce y creativa. Juntos formaban un equipo imparable, capaz de superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Una tarde, mientras paseaban por el bosque cercano al pueblo, Ian y Natalia se encontraron con una criatura mágica atrapada en una red. Sin dudarlo ni un segundo, decidieron ayudarla a escapar. La criatura les agradeció y les concedió un deseo como recompensa.

Ian y Natalia intercambiaron una mirada llena de complicidad y al unísono pidieron: "Queremos estar juntos para siempre". La criatura sonrió y su deseo fue concedido. A partir de ese día, Ian y Natalia eran inseparables.

Se convertían en compañeros de aventuras inigualables, explorando cada rincón del pueblo con entusiasmo y alegría. Siempre recordaban decirse "dos contra el mundo" antes de emprender cualquier tarea difícil.

Sin embargo, una mañana Ian tuvo que partir hacia la ciudad vecina para ayudar a su abuela enferma durante unos días. Antes de irse, le susurró al oído a Natalia: "En caso de que no nos veamos... buenos días bu".

Natalia no entendió muy bien esas palabras pero las guardó en su corazón con cariño. Los días pasaron lentamente para ella sin la presencia de Ian a su lado. Sentía un vacío en su pecho que solo podía llenar la risa contagiosa de su amado.

Una noche, mientras observaba las estrellas desde su ventana, vio una estrella fugaz cruzando el cielo. Cerró los ojos con fuerza y deseó con todas sus fuerzas volver a ver a Ian pronto.

Al día siguiente, cuando salió a dar un paseo por el parque del pueblo, escuchó una voz familiar detrás suyo diciendo: "-¡Buenos días bu!". Al girarse, vio a Ian corriendo hacia ella con los brazos abiertos.

Natalia no pudo contener las lágrimas de felicidad al reunirse nuevamente con su amado. Se abrazaron fuertemente sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que la vida les pusiera enfrente.

Desde ese día en adelante, Ian y Natalia siguieron diciendo "dos contra el mundo" cada vez que necesitaban recordarse lo fuerte que era su amor. Y cada vez que se separaban temporalmente volvían a decirse "en caso de que no nos veamos...

buenos días bu", sabiendo que siempre encontrarían la manera de reencontrarse en medio del universo para seguir juntos por siempre jamás.

FIN.

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