Un Año de Magia



En un pequeño pueblo donde las montañas tocaban las nubes, vivía una joven aprendiz de mago llamada Maga. Aunque su nombre sugería grandes poderes, la realidad era que apenas podía hacer volar su gorra. Pero Maga no se rendía y soñaba con ser la mejor mago del mundo.

Un día, mientras practicaba en el bosque, se encontró con una antigua cabaña llena de libros polvorientos y extrañas pociones. "¿Quién vive aquí?"- preguntó Maga, asomándose por una ventana.

De pronto, apareció una mujer anciana con una gran sonrisa. "Hola, pequeña. Soy la bruja Anara. ¿Te gustaría aprender un par de trucos?"-

Maga, emocionada, asintió con la cabeza. Anara le propuso un trato: "Si me ayudas en mi jardín durante un año, yo te enseñaré a ser una gran bruja"-. Maga pensó que eso era una oportunidad increíble y aceptó.

Durante los meses siguientes, Maga tuvo que aprender mucho más que magia. "El verdadero poder de una bruja no está solo en los trucos, sino en el amor por la naturaleza y el respeto por lo que nos rodea"-, le decía Anara mientras sembraban flores.

Maga parecía cansada al final de cada día, pero siempre regresaba a casa con una sonrisa. Aprendió que cada planta tenía su propio deseo y que escucharlas era parte de la magia. Un día, mientras cuidaban de los girasoles, Anara le propuso:

"Hoy haremos algo diferente. Quiero que cada planta hable contigo. Cierra los ojos y escucha con el corazón"-.

Maga no podía creer lo que escuchó. Los girasoles contaban historias sobre el sol y las nubes, las margaritas cantaban canciones de verano. A partir de ese día, la magia de la naturaleza se volvió parte de su vida.

Pero el tiempo avanzaba y la fecha del año se acercaba. Un día, al regresar de la cabaña, Maga se encontró con un grupo de animales en el bosque. El conejo, la tortuga y el zorro discutían sobre cómo resolver un problema:

"El río se ha secado, ¿cómo conseguir agua?"- decía la tortuga.

"No podemos dejar que esto siga así"-, añadió el zorro.

"Podemos recurrir a Maga, ella es aprendiz de bruja"-, sugirió el conejo.

Entusiasmada, Maga se acercó y escuchó. "Si me dejás ayudar, puedo usar lo que aprendí de la bruja Anara"-, dijo. Se les ocurrió que podrían hacer un hechizo para traer lluvia.

"Pero, no tengo experiencia, ¿y si no funciona?"- se preocupó Maga.

"No te preocupes, con la magia del corazón todo es posible"-, aseguró el zorro.

Juntos, prepararon un ritual. Maga organizó a los animales, y bajo la orientación de lo que había aprendido con Anara, unió sus voces en un canto por el agua.

Milagrosamente, las nubes comenzaron a formarse en el cielo. Pero, justo en ese momento, un viento fuerte se levantó y empezó a soplar. Maga dudó, pero recordó las palabras de Anara: "La confianza en uno mismo es la clave para que la magia funcione"-. Entonces, cerró los ojos, se concentró y gritó con todas sus fuerzas: "¡Por favor, lluvia, ven hacia nosotros!"-

El cielo estalló en una tormenta y pronto gotas de lluvia comenzaron a caer, llenando el río y haciendo que todos los animales saltaran de felicidad. "¡Lo logramos!"- gritó el conejo.

Esa noche, antes de irse a dormir, Maga se sintió satisfecha. Había aprendido que la magia no solo venía de hechizos, sino también de la unión, el trabajo en equipo y la dedicación.

Finalmente, llegó el día en que terminó su año con Anara. Al despedirse, la bruja le dijo: "Ahora ya no eres solo una aprendiz de mago, también llevas en tu corazón un poco de la magia de la naturaleza. Usa ese poder sabiamente"-.

Maga regresó a su hogar con un nuevo entendimiento. Aunque nunca sería una bruja tradicional, había encontrado su verdadero camino: unir magia con amistad y respeto por el mundo. Y así, en su pequeño pueblo, Maga se convirtió en una gran protectora de la naturaleza y los animales, recordando siempre que el verdadero poder estaba en su corazón.

Y así, Maga Mago vivió feliz, compartiendo su magia con todos y ayudando a quienes más lo necesitaban, siempre recordando a su querida amiga Anara.

Fin.

FIN.

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