Un Baño con Sorpresas



Roberto, un chico de 15 años, se había fracturado la mano jugando al fútbol. La emoción del partido lo llevó a un tropiezo que resultó en un giro desagradable de su muñeca. Ahora, con su brazo enyesado, se sentía frustrado y un poco avergonzado. El momento de bañarse llegó y sus papás aparecieron en su habitación con la mejor intención.

"Robi, es hora de que te bañes. Podemos ayudarte", dijo su mamá con una sonrisa comprensiva.

"No quiero! Sé que mi mano está lastimada, pero puedo hacerlo solo", contestó Roberto, proyectando una mezcla de enojo y deseo de independencia.

Sus papás se miraron entre sí, sabiendo que insistir solo empeoraría la situación. En lugar de seguir presionándolo, decidieron enviar un mensaje a la tía Citlali, una persona creativa y comprensiva que siempre sabía cómo hacer que las cosas se sintieran más fáciles.

"Hola, tía Citlali. Necesitamos tu ayuda con Roberto. Se fracturó la mano y no quiere bañarse. ¿Podrías venir, por favor?", escribió la mamá de Roberto.

Citlali respondió rápidamente, encantada de ayudar:

"¡Claro! En un ratito estoy ahí. No se preocupen!"

A los pocos minutos, Citlali llegó a la casa. Al entrar, llevaba consigo un bolso lleno de sorpresas. Nada más verla, Roberto sintió que el ambiente se aligeraba.

"¿Qué traés ahí, tía?", preguntó curioso.

"Solo un par de cosas divertidas. Pero primero, vamos a resolver este tema del baño, ¿sí?"

Roberto, aún un poco reacio, asintió. Citlali le habló con ese tono juguetón que siempre lograba que todo fuera más ameno.

"Imaginate que estás en una misión secreta donde tenés que superar varios niveles. Tu primer nivel es quitarte la ropa. Te ayudaré a que no sea un desafío tan complicado."

Mientras Citlali lo ayudaba suavemente a quitarse la ropa de arriba, le propuso un juego.

"Voy a contarte un cuento en el que vos sos el héroe. Cada vez que aclares tu sonrisa, vamos a ir avanzando al siguiente nivel."

Roberto, al principio nervioso, empezó a entretenerse con la idea. Citlali comenzó a contar la historia de un joven guerrero que se enfrentaba a dragones (¡también le encantaba el fútbol, por supuesto! ), y cada vez que Roberto sonreía o se reía, Citlali daba un paso más hacia el siguiente nivel.

Cuando el momento de entrar a la ducha llegó, todavía con un toque de resistencia, Roberto aseguró que podía hacerlo solo.

"Tía, no necesito más ayuda para esta parte. Estoy listo."

"Perfecto, mi valiente guerrero. Te espero con una sorpresa cuando termines", dijo Citlali, sonriendo.

Conociendo que Citlali había planeado algo, Roberto encontró un poco más de motivación. Se duchó rápidamente y, aunque le costó un poco debido a su mano inmovilizada, se sintió bien al superarlo.

Al salir, Citlali estaba esperando con un delantal y un gorro de chef, lista para preparar una rica merienda.

"¡Ahora que ya saliste del agua, es hora de hacer magia en la cocina!", exclamó.

Roberto, aun sintiéndose un poco raro por la incomodidad de su brazo, no pudo resistir la idea de cocinar.

"¿Cocinar? ¿Qué hacemos?"

"Vamos a hacer mini pizzas. ¡Elegí los ingredientes, guerrero! Esta vez, cocinás mientras yo manejo el horno. Además, lo mejor es que este nivel no tiene tiempo límite."

Mientras preparaban las mini pizzas, Roberto se sintió más famoso que nunca, como si fuera un verdadero chef en un programa de cocina. Citlali lo ayudaba a picar los ingredientes con su mano sana y juntos se reían, compartiendo historias de los partidos de fútbol y sus sueños.

"Sabés, siempre es mejor enfrentar las adversidades con una sonrisa y rodeado de quienes amamos. Y esto no es más que un nuevo nivel en tu vida que deberás superar", le dijo Citlali mientras colocaban las pizzas en el horno.

Cuando por fin las pizzas estuvieron listas, Roberto se dio cuenta de que aunque su mano estaba lastimada y había tenido que pedir ayuda, eso no le quitaba valor, ni lo hacía menos independiente. Al final del día, entre risas y buena comida, Roberto se sintió más fuerte que antes.

La experiencia del baño y la cocina le enseñó que pedir ayuda no solo es valioso, sino que a veces puede llevar a momentos sorprendentes y divertidos. Y así, entre risas y sabores, terminó un día que comenzó difícil pero se transformó en una gran aventura.

Desde ese día, Roberto prometió que siempre que le costara enfrentar un desafío, no dudaría en pedir ayuda, porque a veces, ese apoyo puede ser el regimen perfecto para disfrutar la vida.

Y así, Roberto, su familia y la tía Citlali aprendieron que la unión y el apoyo familiar hacen las cargas más ligeras y los momentos, mucho más especiales.

FIN.

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