Un Banquete en el Bosque



Era un hermoso día en el bosque encantado, donde el sol brillaba a través de las hojas de los árboles, creando juegos de luces. El hada Zule, con sus delicadas alas brillantes, y el duende Zase, conocido por su gorro de colores chispeantes, decidieron hacer un picnic en su lugar favorito junto al arroyo.

"Hoy preparé algo especial, Zase" -dijo Zule mientras desenvuelve un paño con la comida."Traje frutas jugosas, galletitas de almendra y un poco de néctar dulce".

El duende, con la mirada curiosa, exclamó:

"¡Qué rico, Zule! Pero, ¿te acordás del último picnic? Cuando nos invadieron esas hormigas gigantes".

Zule rió suavemente:

"Sí, creo que eso fue una gran aventura, pero hoy seremos más cautelosos".

Al poco tiempo, ya estaban disfrutando de su comida, riendo y contando historias sobre sus travesuras pasadas. Zule compartió cómo había ayudado a un colibrí a encontrar su camino durante una tormenta. Zase, adorando la atención, relató cómo había escondido un tesoro en un árbol para compartirlo con su hermana, solo para darse cuenta que se había olvidado dónde lo guardó.

Mientras saboreaban las galletitas, Zule notó algo inusual. Una pequeña sombra se movía entre los árboles, acercándose cada vez más. Zule se sobresaltó:

"¿Qué será eso?".

Zase, con su valentía natural, se levantó.

"¡Voy a averiguarlo!".

A medida que se acercaba, descubrió que era un pequeño conejo que parecía desorientado. El animalito estaba intentando encontrar su camino entre los arbustos. Zase se agachó y lo miró con dulzura:

"Hola, pequeño. ¿Te has perdido?".

El conejo asintió con la cabeza, temblando ligeramente.

"Sí. Me alejé de mi mamá y no sé cómo volver" -dijo con lágrimas en los ojos.

Zule, al escuchar esto, se acercó con una sonrisa amable:

"No te preocupes, nosotros te ayudaremos a encontrar a tu mamá".

Juntos, Zule y Zase decidieron relajarse y organizarse bien. Zule utilizó su varita mágica para hacer una pequeña señal de luz en el aire, para que el conejo la siguiera. Zase, por su parte, empezó a buscar pistas en el suelo, como pequeñas huellas.

"Si seguimos estas huellas, quizás podamos encontrarla" -dijo Zase con determinación.

Siguiendo las pistas, se aventuraron más adentro del bosque, donde la luz del sol se filtraba suavemente entre los árboles. Zule hizo volar su luz por delante para iluminar el camino. Después de un rato, escucharon un suave sonido: eran tres conejitos que estaban jugando en un claro.

"Esos son los amigos del conejo perdido" -explicó Zule, observando con detalle."Quizás ellos sepan dónde está su mamá".

Zase se acercó.

"¡Hola, amigos! ¿Pueden ayudarnos?" -les preguntó con amabilidad.

Los conejitos se detuvieron y uno de ellos, de orejas largas, respondió:

"Sí, su mamá está en la madriguera cerca del sauce. ¡Vengan!".

Siguieron a los conejitos y, después de un par de saltos, llegaron a la entrada de una madriguera. Allí, la mamá conejo, asustada pero aliviada, miraba preocupada.

"¡Mi pequeño!" -gritó emocionada mientras se abalanzaba sobre su cría.

El conejo perdido saltó hacia su madre, con una alegría incontenible:

"¡Gracias, gracias, gracias!" -dijo, mientras los demás conejitos saltaban alrededor de la familia.

Zule y Zase, satisfechos con su buena deed, regresaron a su picnic.

"¿No fue genial ayudar al conejito?" -Zule sonrió, contenta.

Zase asintió:

"Sí, a veces esos momentos son más importantes que los galletitas".

De repente, Zule se acordó de algo.

"¡Te prometo que la próxima vez, traeré un poco de zanahorias! Tendrán mucho más sabor para los conejitos que las galletitas".

Ambos rieron juntos mientras regresaban a su cozy picnic. Imagine cuál sería su próxima aventura, sabiendo que lo mejor estaba por venir, como siempre, en el bosque lleno de magia y risas.

FIN.

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