Un Barrio Limpio



Era un día soleado en el barrio Villa de Rosario, y Perrito y sus amigos perritos, Lucho, Lola y Rayito, tenían planes para divertirse en su parque favorito. Sin embargo, al llegar al arroyo que pasaba cerca, se encontraron con algo sorprendente: el agua estaba sucia y llena de jabones y basura.

"¡Miren cómo está el arroyo! ¡Es un desastre!" - exclamó Lucho, frunciendo el hocico con desagrado.

"Esto no estaba así la semana pasada" - agregó Lola, que siempre había sido la más observadora del grupo.

Rayito, el más pequeño de los cuatro, dio un paso atrás, mirando con curiosidad el agua marrón "¿Por qué la gente tira tantas cosas aquí?".

Perrito se acercó al arroyo y olfateó. "Creo que están usando jabones y productos químicos para lavar la ropa, y después tiran todo al río. ¡Eso no está bien!".

Los amigos acordaron que había que hacer algo al respecto, así que se sentaron a pensar.

"¡Ya sé! - dijo Perrito emocionado - ¡Podemos hablar con los vecinos y explicarles que la contaminación hace daño a los animales y plantas!".

Lucho movió la cola con entusiasmo. "¡Sí! Y también podemos enseñarles a reciclar y utilizar productos menos dañinos para el agua.".

Con un plan en mente, los perritos se aventuraron al barrio. Encontraron a la señora Rosa, que siempre se sentaba a tomar mate en su puerta.

"Hola, señora Rosa!" - ladró Perrito, esforzándose por sonar amigable. "¿Podemos hablar un momento?".

"Claro, perritos. ¿Qué los trae por aquí?" - respondió la señora Rosa, sonriendo.

Lola se adelantó. "Señora Rosa, el arroyo está muy contaminado por jabones y basura que la gente tira. Queremos que todos cuiden el agua para que los animales y plantas no se lastimen.".

La señora Rosa frunció el ceño. "Es cierto, los vecinos a veces no se dan cuenta del daño que hacen. Pero... ¿qué podemos hacer?".

Rayito, con su voz temblorosa pero firme, dijo: "Podríamos organizar una jornada de limpieza. ¡Así todos podemos ayudar!".

La señora Rosa pensó un momento y luego se iluminó. "¡Esa es una gran idea! Puedo llevar tortas para todos los que vengan a ayudar.".

Entusiasmados, los perritos fueron corriendo de casa en casa, hablando con los vecinos y contando sobre su propuesta. Finalmente, lograron reunir a un grupo de vecinos dispuestos a colaborar.

El día de la limpieza llegó, y todos estaban emocionados. Con guantes y bolsas, comenzaron a recoger la basura del arroyo mientras, con alegría, se contaban anécdotas y risas.

"¡Mirá lo que encontré!" - gritó Lucho, levantando un viejo zapato.

"Eso es muy raro, ¡pero se ve que estaba muy sucio!" - le respondió Lola entre risas.

Los perritos ayudaban a los humanos, enseñando cómo separar la basura y qué hacer para mantener el arroyo limpio. Fue una jornada intensa pero llena de diversión, y al final del día, el arroyo brillaba como nunca.

Cuando terminaron, Perrito se giró hacia los vecinos. "Gracias a todos por ayudar. Ahora tenemos que seguir cuidando nuestro arroyo todos los días, así que recordemos usar menos productos dañinos y no tirar basura en la calle.".

Los vecinos, emocionados por el resultado, prometieron que cuidarían el arroyo en adelante. La señora Rosa, con espíritu festivo, dijo:

"¡Y haremos una reunión mensual para asegurarnos de que todos estemos en la misma sintonía!".

Desde entonces, el barrio Villa de Rosario se convirtió en un ejemplo de cuidado ambiental. Y gracias a la valentía y la amistad de Perrito y sus amigos, los vecinos aprendieron a amar y cuidar su entorno.

Cerca del arroyo, los perros latían de alegría, disfrutando del agua limpia y del aire fresco. Había un nuevo parque donde antes solo había basura, y el barrio estaba más unido que nunca.

Así, Perrito y su pandilla demostraron que, aunque sean solo perritos, ¡pueden hacer una gran diferencia en el mundo!

FIN.

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