Un Beso en La Paternal



Era un día soleado en La Paternal, un barrio lleno de vida, risas y magia. En un pequeño parque, un grupo de niños jugaba a la pelota. Entre ellos, estaba Luca, un niño de diez años con grandes sueños y una sonrisa contagiosa. Justo en ese momento, vio a una chica nueva sentada en un banco, con un libro en las manos. Su nombre era Sofía, y aunque era un poco tímida, en sus ojos brillaba la curiosidad.

Luca, decidido a hacer una nueva amiga, se acercó. "Hola, ¿qué estás leyendo?"- preguntó con una gran sonrisa.

Sofía alzó la vista del libro, un poco sorprendida, pero también intrigada por el entusiasmo de Luca. "Es un cuento de aventuras, ¿quieres leerlo conmigo?"-

Y así comenzó una hermosa amistad. Cada día después de la escuela, Luca y Sofía se reunían en el parque, compartiendo historias, sueños y risas. Disfrutaban de las páginas de los libros y de los pequeños secretos del barrio. En el barrio de La Paternal, todo podía ser posible.

Un día, mientras paseaban por las coloridas calles del barrio, Lucas le dijo a Sofía: "Me gustaría hacer algo especial, ¿te gustaría ir a una exposición de arte en el centro?"-

Sofía sonrió emocionada y respondió: "¡Claro! Me encanta el arte. ¿A qué hora vamos?"-

La tarde llegó y la pareja de amigos se dirigió al centro. La exposición era asombrosa, llena de pinturas vibrantes y esculturas sorprendentes. Ambos estaban maravillados, pero había algo mágico en el aire que los rodeaba. Entre las obras, había una pintura que representaba un lienzo lleno de colores, en el que dos personas se estaban mirando, rodeadas de un paisaje urbano.

"Mirá esa pintura, parece que nos cuenta una historia"- dijo Luca, señalando la obra.

"Sí, como nosotros, ¿no?"- sonrió Sofía.

Pero justo en ese instante, una fuerte ráfaga de viento sopló, haciendo que la pintura se moviera un poco, y ¡pum! , la propulsó hacia el suelo. Todos miraron con sorpresa mientras la pintura se rompía.

Luca y Sofía se sintieron desolados, pero entonces se dieron cuenta de que, en lugar de enfadarse, podían arreglarlo. "¿Y si intentamos recrear la pintura?"- propuso Luca, con una chispa de determinación en los ojos.

"Sí, ¡podemos hacerlo!"- exclamó Sofía, llena de entusiasmo.

Así que, con algunos lápices de colores y un papel en blanco, comenzaron su aventura creativa. Se sentaron en un rincón del parque y empezaron a dibujar.

Luca pintó una gran ciudad al fondo con altos edificios, y Sofía dibujó un hermoso cielo lleno de estrellas brillantes. Mientras trabajaban, compartieron pensamientos y risas, cada vez más confiados el uno en el otro. En ese momento, bajo el sol de La Paternal, Luca sintió que podía compartir algo más que solo su amistad.

Una vez que terminaron su obra maestra, observando su creación compartida, Luca, nervioso pero decidido, se inclinó hacia Sofía y le dio un suave beso en la mejilla. "Es como si ese beso hiciera que nuestro arte cobrara vida"- dijo con una sonrisa tímida.

Sofía sonrió nuevamente, sintiendo mariposas en el estómago. "Supongo que así es. Este es nuestro pequeño secreto artístico"- respondió, su rostro sonrojado.

Al día siguiente, decidieron mostrar su obra en el parque. Los niños, sus amigos y vecinos se acercaron a admirar el hermoso dibujo que habían creado juntos. La comunidad se llenó de alegría y risas, celebrando el arte y la amistad. Desde ese momento, Luca y Sofía se volvieron un punto de referencia en el barrio; siempre eran los que despertaban la creatividad y la imaginación de los demás.

A medida que pasaba el tiempo, la amistad de Lucas y Sofía creció, y aunque eran solo niños, descubrieron que los sueños y la creatividad podían unir a las personas de maneras hermosas. Así, en La Paternal, aprendieron que la magia no solo existía en los cuentos, sino también en la amistad y en los momentos compartidos, y que un pequeño beso podía hacer que todo se sintiera un poco más especial.

FIN.

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