Un Beso en mi Mano
Era un hermoso día en el bosque, y el sol brillaba entre los árboles. Samuel, un tierno pandita, se despertó con la idea de no querer ir a la escuela.
- ¡Mamá! - dijo Samuel, con una voz temblorosa - No quiero ir a la escuela hoy. Quiero quedarme contigo.
La mamá de Samuel, una pandita amorosa y sabia, lo miró a los ojos y le respondió: - Samuelito, es normal sentirse un poco ansioso al ir a la escuela. Pero yo siempre estaré contigo, aunque estemos separados.
Samuel frunció el ceño. - Pero quiero que estés aquí. La escuela es un lugar extraño y nunca tengo ganas de ir.
Su mamá sonrió y se acercó a él. - Entonces, hagámos una cosa especial. - Sacó un pequeño beso en su mano. - Cuando sientas que me necesitas, toca este beso, y recordarás que siempre estoy contigo.
Samuel miró la mano de su mamá maravillado. - ¿De verdad? ¿Siempre estarás aquí, aunque no te vea?
- Siempre, mi amor. - La mamá de Samuel le dio un abrazo fuerte y cálido. - Ahora ve, y si te sientes asustado, toca el beso.
Samuel se sintió un poco mejor y decidió ir a la escuela. Mientras caminaba, su corazón se aceleraba por la emoción y el miedo. La escuela estaba llena de otros animalitos que jugaban, aprendían y hacían nuevos amigos.
Al llegar, vio que sus compañeros de clase ya estaban allí. Entre ellos estaba Lucia, una pequeña ardilla que siempre tenía una sonrisa en el rostro.
- ¡Hola, Samuel! - gritó Lucia desde lejos. - ¿Querés jugar?
Pero Samuel dudó. - No sé…
Recordando el beso en su mano, se la llevó al pecho y cerró los ojos por un momento. - ¡Claro que sí! - contestó con más confianza.
Lucas y las demás criaturas rodearon a Samuel, y juntos empezaron a jugar un nuevo juego llamado "Atrapa la hoja". Mientras corrían, Samuel sintió que se olvidaba completamente de su miedo, y pronto se dio cuenta de lo divertido que era estar con sus amigos.
Después del recreo, Samantha, la maestra, anunció una actividad especial. - Hoy vamos a hacer un mural sobre lo que más queremos. Cada uno de ustedes puede traer algo que represente a su ser querido.
Samuel pensó en su mamá. - ¡Yo quiero traer un beso! - exclamó, emocionado.
- ¿Un beso? - preguntó Lucia, con curiosidad.
- Sí, porque eso es lo que me ayuda cuando extraño a mi mamá. - respondió Samuel. - Ella me dio un beso en la mano, y eso me hace sentir fuerte.
Cuando fueron al salón, cada animalito trajo algo especial. Lucia llevó una ramita que parecía una casa, porque amaba a su familia. Lucas trajo un pequeño juguete que parecía un cohete, representando su deseo de explorar el mundo junto a sus amigos.
Al llegar el turno de Samuel para mostrar su beso, todos los demás animalitos aplaudieron. - ¡Qué lindo! - dijo Lucia. - Tu beso representa el amor de tu mamá.
- Sí, y me hace sentir que siempre está conmigo. - afirmó Samuel con una sonrisa.
Esa tarde, mientras terminaban de dibujar el mural, Samuel se sintió feliz y lleno de energía. Cuando el timbre sonó, todos los animales aplaudieron y celebraron por el hermoso mural que habían creado juntos.
Samuel fue a casa con el corazón alegre. Su mamá lo esperaba con los brazos abiertos.
- ¡Mamá! - corrió hacia ella. - ¡Hoy fue un día increíble! ¡Hice nuevos amigos y llevé tu beso al mural!
La mamá de Samuel sonrió orgullosa. - Eso es maravilloso, amores. Estoy tan feliz de que hayas disfrutado.
Desde ese día, cada vez que Samuel se sentía un poco asustado o ansioso, recordaba tocar su mano, y el beso que su mamá le había dado lo hacía sentir valiente y amado. Y así, Samuel aprendió que aunque a veces puede tener miedo, siempre hay algo dentro de él que lo protege, como el amor de su mamá.
Y así, los días fueron pasando y Samuel se convirtió en un pandita feliz, lleno de aventuras, rodeado de amigos, y con el beso de su mamá en su mano, recordando siempre que el amor trasciende la distancia y el tiempo.
FIN.