Un Bosque de Colores



Había una vez en el bosque un grupo de tortugas que vivían felices y contentas. Todas eran iguales, excepto una: Clarita.

Clarita era diferente al resto de las tortugas, tenía unas manchas coloridas en su caparazón y sus patitas eran más pequeñas. Las otras tortugas no entendían por qué Clarita era diferente, así que decidieron burlarse de ella y hacerla sentir mal.

Le decían cosas como "¡Eres rara!", "¡No perteneces aquí!" o "¡No te queremos!". Clarita se sentía muy triste y sola, no comprendía por qué la discriminaban solo por ser diferente. Un día, mientras caminaba con lágrimas en los ojos, se topó con un camaleón llamado Carmelo.

Carmelo también era diferente a los demás animales del bosque porque podía cambiar de colores según su estado de ánimo. Al ver a Clarita llorando, se acercó a consolarla. "¿Qué te pasa, amiguita?" -preguntó Carmelo con ternura.

"Todos me discriminan por ser diferente", respondió Clarita sollozando. Carmelo sonrió comprensivamente y le dijo:"Clarita, todos somos diferentes en nuestro propio camino. No hay nada malo en eso. De hecho, nuestras diferencias nos hacen únicos y especiales".

Clarita levantó la cabeza y miró fijamente a Carmelo. "Pero ellos no lo entienden", dijo tristemente. Carmelo asintió con sabiduría. "A veces las personas temen lo que no conocen o comprenden.

Pero tú debes aprender a amarte tal como eres, sin importar lo que los demás piensen o digan". Clarita se quedó pensativa por un momento y luego sonrió. "Tienes razón, Carmelo. Debo aprender a apreciar mis diferencias y amarme a mí misma". Carmelo aplaudió emocionado.

"¡Eso es! ¡Eres valiente y hermosa tal como eres! Nunca olvides eso". A partir de ese día, Clarita decidió no dejarse afectar por las palabras hirientes de las otras tortugas. Aprendió a valorar sus manchas coloridas y sus patitas pequeñas.

Descubrió que su aspecto único la hacía especial y comenzó a sentirse más segura de sí misma. Poco a poco, las demás tortugas empezaron a darse cuenta del cambio en Clarita.

Se dieron cuenta de que ella era feliz siendo diferente y comenzaron a aceptarla tal como era. Incluso algunas tortugas empezaron a preguntarle sobre su caparazón colorido y le pedían consejos para ser más originales. Así fue como Clarita se convirtió en una inspiración para todos en el bosque.

Enseñó a los demás animales la importancia de respetar las diferencias y cómo el amor propio puede superar cualquier discriminación. Desde aquel día, el bosque se llenó de alegría, diversidad e inclusión gracias al coraje y determinación de una pequeña tortuga llamada Clarita.

Y vivieron felices para siempre valorando cada diferencia que encontraban en su camino.

FIN.

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