Un Bosque Mejor



Había una vez en un pequeño pueblo en el corazón de Argentina, dos amigos inseparables: Juan y Max. Ambos eran amantes de la naturaleza y pasaban horas explorando el bosque que estaba al lado de su casa. ¡Cómo disfrutaban escuchar el canto de las aves y el murmullo del río! Sin embargo, un día, Juan se dio cuenta de algo muy preocupante.

"Max, mirá cuántos plásticos hay en el bosque. ¡Es un desastre!" Dijo Juan mientras señalaba un trozo de plástico atrapado entre las ramas de un árbol.

Max asintió, con tristeza en su mirada.

"Tenés razón, Juan. Este bosque necesita nuestra ayuda. ¿Qué podemos hacer?"

Juan pensó por un momento y luego dijo emocionado:

"¡Vamos a hacer un plan para limpiarlo! Podríamos invitar a nuestros amigos y organizar un día de limpieza."

Max sonrió, entusiasmado con la idea. Así que, al día siguiente, se pusieron en acción. Hicieron carteles y los colocaron por todo el barrio, invitando a los niños y adultos a participar de su jornada de limpieza del bosque. Algunos se mostraron escépticos.

"¿Por qué limpiar un bosque que no es nuestro?" preguntó una niña que jugaba en el parque, con los brazos cruzados.

Juan, decidido, respondió:

"Porque es nuestro hogar. Y si todos ayudamos, podemos hacerlo mucho mejor. Además, ¡podremos jugar y disfrutar de la naturaleza sin basura!"

La niña reflexionó por un instante y se unió al grupo. Poco a poco, más niños y adultos comenzaron a unirse a la causa. Juan y Max estaban felices, ¡habían logrado reunir a mucha gente!

El día de la limpieza llegó. Con guantes, bolsas y mucha energía, todos comenzaron a recolectar basura del bosque. Pero en medio de toda esa alegría, Juan se detuvo al notar algo extraño. Una gran caja de cartón estaba escondida detrás de un arbusto. Intrigado, se acercó y, junto a Max, la abrieron.

"¡Mirá todo esto!" exclamó Max asombrado. Encontraron juguetes rotos, libros viejos y hasta una bicicleta en mal estado.

"¡Qué locura! ¿Quién dejaría esto aquí?" se preguntó Juan.

"Tal vez podríamos reparar algunas cosas y donarlas a quienes las necesiten." sugirió Max.

Juan sonrió, admirando la idea de su amigo.

"¡Sí! Después de limpiar, podemos organizar una feria en el pueblo y ayudar a otros. ¡Más chicos se sumarán!"

Así fue como, luego de horas de trabajo arduo, la fiesta de limpieza se transformó en una feria. Reunieron todo lo que había encontrado y lo que habían limpiado. Pusieron mesas con juguetes, libros y golosinas hechas por ellos mismos. La feria fue un gran éxito y, para sorpresa de todos, juntaron muchos fondos que donaron a una organización que se dedicaba a cuidar el medio ambiente.

Poco después, una mañana soleada, el alcalde del pueblo organizó una ceremonia para agradecer a Juan y Max por su esfuerzo. Les entregó un reconocimiento especial en frente de todos.

"Gracias a ustedes, el bosque es un lugar más limpio y hermoso. Y también han inspirado a otros a cuidar de nuestra naturaleza. Sigamos trabajando juntos por un futuro mejor", dijo el alcalde con orgullo.

"¡Lo hicimos juntos!" gritó Max mientras Juan lo abrazaba.

Desde aquel día, el bosque floreció y se convirtió en un lugar no solo de juego, sino de aprendizaje. Juan y Max, junto a todos sus amigos, continuaron con su misión de cuidar el planeta, organizando nuevas actividades para mantener el bosque siempre limpio y hermoso.

Y así, los dos amigos convivieron durante muchas aventuras, llenas de risas, amistad y la certeza de que, juntos, se podía hacer la diferencia. La historia de Juan y Max se convirtió en leyenda en el pueblo, recordando a todos que cuidar la naturaleza es tarea de todos, ¡y que pequeñas acciones pueden generar grandes cambios!

Los árboles crecieron más fuertes, los pájaros volvieron, y el bosque nunca volvió a ser el mismo, gracias a la valentía y el compromiso de dos chicos que decidieron hacer lo correcto.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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